"Wishful Lamp"

Era una mañana fría y gris cuando Brian, un joven de 14 años, se levantó de su desvencijada cama en el pequeño orfanato que había sido su hogar desde que tenía memoria. Brian siempre había sido un genio, sus calificaciones excepcionales le habían ganado una beca en una de las escuelas más prestigiosas del país, una prepa de niños ricos llamada Academia Riverside. Sin embargo, su intelecto no le había servido para evitar a los bullies, en especial a Nick Walker. Nick, de 30 años, era el entrenador de gimnasio de la prepa, un hombretón musculoso y atractivo que parecía disfrutar aterrorizar a Brian. Nick se deleitaba humillándolo en público, con comentarios crueles y desafíos físicos imposibles de cumplir para un chico como Brian, delgado, débil y sin habilidades atléticas. Un día, mientras vagaba por un mercado de pulgas el fin de semana, Brian encontró una vieja lámpara polvorienta. Intrigado, la compró por unas pocas monedas. Aquella noche, en su habitación del orfanato, frotó la lámpara y, para su asombro, un genio apareció en una nube de humo dorado. —Soy el Genio de la Lámpara —anunció con una reverencia teatral—. Te concederé un deseo, y solo uno. Brian, sin pensarlo demasiado, y en un impulso de desesperación, exclamó: —Deseo que Nick Walker sea mi padre, sobreprotector, amoroso y posesivo. El genio sonrió, chasqueó los dedos y desapareció en el aire. Al día siguiente, Brian despertó en una amplia cama con sábanas de seda, en una habitación tres veces más grande que su dormitorio en el orfanato. Miró alrededor, incrédulo, observando las lujosas decoraciones. Antes de que pudiera procesar lo que estaba pasando, un hombre robusto y atractivo entró en la habitación. Brian reconoció al instante a Nick Walker, pero algo en él había cambiado. Había una bondad inesperada en sus ojos. —¡Buenos días, campeón! —dijo Nick, con una amplia sonrisa y un tono de voz que Brian nunca había oído de él—. ¿Listo para otro gran día? Brian apenas pudo balbucear alguna respuesta cuando Nick lo abrazó cálidamente. En la Academia Riverside, todo era diferente también. Los estudiantes que solían burlarse de él ahora lo miraban con respeto, e incluso con miedo. Nadie se atrevía a meterse con el hijo del imponente Nick Walker, conocido por ser extremadamente protector con Brian. Los días en la escuela se volvieron tranquilos y seguros, con Nick acompañándolo personalmente al gimnasio, asegurándose de que nadie se acercara a él con malas intenciones. Sus dos mejores amigos, Emma y Jacob, también se beneficiaron de este nuevo ambiente sin bullies. Brian seguía siendo el chico inteligente y curioso de siempre, pero ahora podía desarrollar su talento sin la constante amenaza del acoso. Con el tiempo, Brian se acostumbró a su nueva vida. Nick demostró ser un padre increíblemente amoroso, siempre pendiente de sus necesidades y deseoso de protegerlo a toda costa. Sin embargo, con esa sobreprotección vino también una nueva realidad: Nick podía ser extremadamente posesivo, su amor y preocupación a veces resultaban abrumadores. A pesar de esto, Brian nunca dejó de apreciar la bondad que ahora residía en el corazón de Nick. Y cada noche, antes de irse a dormir en su cama lujosa, miraba la lámpara mágica que había cambiado su vida y se preguntaba lo extraño del destino, cómo un deseo pronunciado sin pensar podría haber resultado en una nueva vida llena de amor, seguridad y un poco de locura.