"Wish Upon a Star: Lucifer's Son"

En el corazón de una ciudad vibrante y moderna, vivía Leo, un joven de catorce años con una vida bastante difícil. Era un chico nerd, delgado y con gafas grandes, siempre inmerso en sus libros y proyectos científicos. Su soledad era palpable, pues había perdido a sus padres a una edad temprana y pasaba sus días soportando el constante bullying de sus compañeros de clase. Una noche, mientras caminaba desolado por el parque, vio una estrella fugaz atravesar el cielo. Sin pensarlo dos veces, cerró los ojos y susurró su deseo más profundo: tener un padre que lo amara y protegiera, alguien tan poderoso y carismático como Lucifer Morningstar, el personaje de su serie favorita, *Lucifer*. Al día siguiente, Leo despertó en un lujoso apartamento con vistas panorámicas a la ciudad. El lugar era moderno y elegante, lleno de arte y decoraciones opulentas. Confundido, se levantó de la cama y empezó a explorar, hasta que se encontró con un hombre alto, increíblemente atractivo, con mirada intensa y una sonrisa traviesa. No tuvo que preguntar su nombre; lo reconoció al instante. —Buenos días, Leo —dijo el hombre con una voz sedosa—. Soy Lucifer Morningstar, tu padre. Bienvenido a tu nueva vida. Leo no podía creer lo que veía ni lo que escuchaba. Descubrió que su deseo había sido concedido de la manera más literal posible. Lucifer, el mismísimo rey del Infierno, ahora era su padre. Pero había algo diferente en él. Lucifer era un padre extremadamente protector y amoroso, aunque también se notaba un aire de posesividad y celos en su actitud. Lucifer hizo todo lo posible por mantener a Leo feliz y seguro. Quería ser el único en el corazón de su hijo, lo cual no era difícil considerando su naturaleza egocéntrica y egoísta. Decidió ocultar ciertos aspectos de su vida. Por eso, Leo nunca sospechó que su padre era el dueño de un bar nocturno ni que gobernaba el Infierno. A lo largo de los días, Leo comenzaba a disfrutar de su nueva vida. Iba a una escuela privada, tenía acceso a los mejores libros y tecnologías, y por primera vez en mucho tiempo, se sentía amado. Pero toda esta protección tenía un precio. Lucifer había asignado a varios demonios para vigilar a su hijo, siempre al tanto de cualquier humano que intentara acercarse a Leo con intenciones amorosas. La primera vez que alguien se atrevió a mostrarle a Leo sentimientos románticos, Lucifer se enteró de inmediato. Invitó al joven pretendiente al Lux, su bar exclusivo, y lo amenazó de la manera más terrorífica posible. Sin embargo, cuando las amenazas no fueron suficientes, Lucifer no dudó en torturarlo y finalmente terminar con su vida. Todo esto, claro, sin que Leo supiera nada al respecto. Con el paso del tiempo, Leo empezó a notar que las personas que se acercaban a él desaparecían misteriosamente. Aunque Lucifer se esforzaba por mantener su secreto, no pasó mucho tiempo antes de que Leo empezara a sospechar. Un día, decidió seguir a su padre hasta el Lux, desobedeciendo la única regla que Lucifer siempre le repetía: nunca ir a buscarlo allí. Al entrar en el bar, Leo quedó impactado al ver la faceta oculta de Lucifer. No solo era el carismático dueño de un club nocturno, sino también el temido rey del Infierno. Horrorizado y confundido, confrontó a su padre. —Papá, ¿qué has hecho con todas esas personas que desaparecieron? ¿Por qué nunca me dijiste quién eres realmente? Lucifer, con lágrimas en los ojos, supo que no podía ocultar más su verdad. —Leo, todo lo que he hecho fue para protegerte. Eres mi pequeño príncipe, y no puedo soportar la idea de perderte o compartir tu amor con alguien más. Leo entendió el amor y la protección de su padre, aunque no pudo aceptar sus métodos. Con el tiempo, buscaron una manera de balancear ese amor y protección con la libertad y la independencia que Leo merecía. La relación entre ellos evolucionó, y aunque nunca fue completamente normal, encontraron una manera de coexistir, aprendiendo a aceptar y respetar la esencia de cada uno. Así, Leo siguió viviendo con Lucifer, siempre con la sombra del Infierno presente pero con el amor incondicional de un padre que haría cualquier cosa por su hijo.