**Vínculo Roto: Un Vampiro y su Hijo**

En la opulenta ciudad de Los Ángeles, Christian de la Campa, un hombre cuya atractiva apariencia musculosa y encanto ególatra le habían hecho famoso, vivía su vida en un torbellino de éxito, belleza y deseo. En su mundo, solo existían tres cosas importantes: su carrera, su físico y las mujeres. Para él, las mujeres eran solo medios efímeros de placer, nada más profundo ni duradero. Pero había un aspecto de su vida que luchaba por mantener oculto, un vergonzoso secreto que él negaba con fervor: su hijo de 16 años, Andrés. Andrés era la personificación de todo lo que Christian despreciaba. Era un chico nerd, con gafas grandes, físicamente débil, pero de corazón noble. Los golpes y humillaciones eran la norma en su día a día, ya que Christian lo trataba como un simple ahijado. Andrés soportaba todo en silencio, pues a pesar del abuso, aún amaba a su padre. Una noche, mientras Christian disfrutaba de un encuentro íntimo con una mujer atractiva, descubrió que ella no era lo que parecía. Sin previo aviso, ella reveló su naturaleza de vampiresa y, dominada por la sed, mordió a Christian, convirtiéndolo en un vampiro. Esta transformación cambió drásticamente su perspectiva: los humanos no eran más que simples presas y entretenimiento. A partir de entonces, la vida nocturna de Christian se llenó de cacerías de mujeres incautas que terminaban en camas lujosas antes de ser devoradas. Andrés, observando las extrañas conductas de su padre y las noticias de muertes de mujeres con marcas en el cuello, decidió seguirlo en secreto. Una noche, cuando Christian estaba a punto de beber la sangre de una nueva víctima, Andrés salió de las sombras, distrayendo a su padre y permitiendo a la mujer escapar. Mientras Christian se preparaba para atacar a Andrés, un aroma inconfundible llegó a su nariz y escuchó la débil palabra "papá" proveniente de su hijo. En ese instante, su naturaleza vampírica reconoció la esencia de heredero en Andrés, otorgándole a Christian un momento de claridad. Andrés, observando el tormento y la sed en los ojos de su padre, se cortó la mano y le ofreció su sangre. Christian, con lágrimas no humanas en los ojos, susurró: "Me convertí en un monstruo... ¿por qué no huyes de mí después de todo el daño que te he hecho?" Andrés respondió con firmeza: "A pesar de todo, eres mi padre. Tú no eres un monstruo. Saldremos adelante, nos tenemos el uno al otro." Desde ese punto, la relación entre ellos cambió. Christian, deseoso de redimir su error, empezó a pasar más tiempo con Andrés, enseñándole a fortalecer su cuerpo y compartiendo momentos que nunca habían experimentado antes. Sin embargo, sus momentos de paz fueron interrumpidos cuando la mujer que había sobrevivido al ataque de Christian lo denunció. Christian decidió huir con Andrés para protegerlo. Mientras escapaban, Christian juró no matar a humanos, optando por cazar animales en su lugar. Pero esa promesa era un engaño; por las noches, mientras Andrés dormía, Christian volvía a la ciudad para satisfacer sus dos deseos: pasión y sangre. Esta rutina continuó por meses hasta que Andrés descubrió la verdad. Desesperado, planeó su escape. Con la ayuda de varios amigos, Andrés logró hacer que los policías fingieran llevárselo. Pero Christian lo encontró y lo “rescató”, llevándolo a otro refugio, esta vez más protegido y vigilado por un guardián que seguía las órdenes de Christian para proteger a su familia. Christian intentó reformar a Andrés para que fuese como él, sumergiéndolo en su mundo atlético y quitándole sus gafas. A pesar de sus intentos de escapar, Andrés fue vigilado y protegido por su padre, quien ahora lo consentía y lo educaba a su manera. Los años pasaron. Christian, temiendo la soledad eterna, decidió morder a Andrés, transformándolo contra su voluntad, convencido de que era por el bien de su hijo. El ciclo de su nueva vida había comenzado; ahora compartían una eternidad que, para Andrés, era tanto una carga como un lazo inquebrantable con su padre. Juntos, enfrentaron el oscuro destino impuesto por Christian, uno del que Andrés nunca pudo escapar realmente y que siempre recordaría como la compleja y difícil lucha entre amor, redención y monstruosidad.