Vínculo Paternal: La Redención de Christian

En la luminosa ciudad de Los Ángeles, Christian de la Campa, un actor y modelo de fama mundial, vivía una existencia marcada por tres obsesiones fundamentales: su cuerpo, su carrera y las mujeres. Su imagen era su mayor tesoro, y su tiempo lo dividía entre arduas sesiones en el gimnasio, eventos de la alta sociedad y conquistas nocturnas. En su vida, no había espacio para vulnerabilidades ni lazos emocionales profundos, ni siquiera con su propio hijo. Su hijo, Miguel, era la antítesis de Christian: un joven débil y nerd, con gafas gruesas y una inclinación por la lectura y la bondad. Para Christian, Miguel era un símbolo de vergüenza, alguien que no podía aceptar en su vida pública. A menudo lo humillaba y lo hacía pasar como un simple ahijado, evitando cualquier lazo emocional que pudiera interferir con su imagen perfecta. Una noche, después de una fiesta de lujo, Christian se encontró con una misteriosa mujer en uno de los exclusivos clubes de la ciudad. La mujer, de ojos profundos y sedientos, era una vampiresa. Al dejarse llevar por sus deseos carnales, Christian no supo en qué momento fue mordido, sintió un dolor punzante en el cuello antes de caer en la oscuridad. Despertó cambiado. Una insaciable sed de sangre y un nuevo poder recorrieron su cuerpo. Sus músculos parecían más definidos, su piel más pálida, y su humanidad, lentamente, desaparecía. En noches oscuras, se dedicó a cazar mujeres para saciar su hambre, dejando rastros de muerte a su paso. Miguel, siempre observador y curioso, comenzó a notar los extraños cambios en su padre y las noticias de mujeres encontradas muertas con marcas en el cuello. Sin que Christian lo notara, lo siguió una noche y fue testigo de algo aterrador: su padre estaba a punto de asesinar a una mujer inocente. Desesperado, Miguel tomó valor y distrajo a su padre, permitiendo que la mujer huyera. Christian, furioso y hambriento, se volvió hacia su hijo con la intención de atacarlo. Pero al acercarse, el aroma de la sangre de Miguel y la palabra "papá" resonaron en sus oídos. En un instante, algo en el interior de Christian se equilibró. "Heredero," susurró su lado vampírico. Miguel, al ver la lucha interna en su padre, se cortó la mano y ofreció su sangre. Christian, confundido y dolido, preguntó, "Me convertí en un monstruo, ¿por qué no huyes de mí después de todo el daño que te he hecho?" Miguel lo miró con lágrimas en los ojos y respondió, "A pesar de todo, eres mi padre. No eres un monstruo, podemos salir adelante. Nos tenemos el uno al otro." Desde ese momento, su relación comenzó a sanar. Christian empezó a pasar más tiempo con Miguel, redescubriendo facetas de su vida que había olvidado. Pero su felicidad fue interrumpida cuando la mujer que había sobrevivido al ataque de Christian lo denunció. La noticia se esparció rápidamente, y pronto comenzaron a cazarlo. Siguiendo el consejo de Miguel, evitando muertes innecesarias, Christian y su hijo huyeron. Se refugiaron en una de sus propiedades remotas, aislándose del mundo mientras aprendían a vivir con su nueva realidad. Con el paso de los años, el lazo entre padre e hijo se hizo más fuerte, pero la soledad pesaba sobre Christian. Finalmente, Christian tomó una decisión dolorosa y trascendental. No quiso estar solo para siempre y, en una noche de luna llena, mordió a su preciado hijo, otorgándole la inmortalidad. Unidos por siempre, Christian y Miguel aprendieron a coexistir en su nueva vida vampírica, enfrentando juntos los desafíos de su eterna existencia.