**Vínculo Oscuro: Un Vampiro y Su Hijo Adoptivo**

Era una noche oscura y silenciosa, bañada solamente por la luz plateada de la luna llena. Alexander, un vampiro atractivo y musculoso que aparentaba tener 25 años, deambulaba por las calles de un pequeño pueblo en busca de algo que apaciguara su furia. Había pasado más de un siglo desde que fue transformado, pero su apariencia y su alma seguían siendo la de un joven arrogante y ególatra. En su vida mortal, Alexander había amado profundamente a una mujer llamada Lila. Pero su corazón se rompió en mil pedazos cuando supo que ella se había casado con un hombre mortal. Su orgullo se convirtió en odio, y Aleksandr juró vengarse. Una noche decidió ejecutar su plan. Se deslizó en la casa de Lila y su esposo mientras ambos dormían. Allí, en una cuna junto a la cama matrimonial, yacía un bebé de apenas unos días de nacido. Alexander tomó al bebé con la intención de matarlo, saciar su sed de venganza en el llanto desesperado de unos padres que jamás lo verían crecer. Pero cuando sus ojos rojos se posaron en la inocencia del niño, no pudo hacerlo. Algo dentro de él se rompió y en su lugar surgió una idea más perversa: quedárselo y criarlo como su hijo. A partir de ese momento, Alexander se volvió sobreprotector y posesivo con el niño. Lo llamaba Nathanael y lo crió en soledad, escondiéndose siempre de los padres desesperados que lo buscaban por el mundo. A medida que Nathanael crecía, Alexander lo educaba con esmero, envolviéndolo en su amor a su manera retorcida. Los años pasaron, y Nathanael se convirtió en un joven de 17 años. Aislado del mundo exterior, era un nerd tímido y reservado, desconociendo por completo el auténtico origen de su familia. Sus padres biológicos, ahora convertidos en maestros, seguían buscando a su hijo sin cesar, soñando con el día en que podrían volver a abrazarlo. Un día, mientras Nathanael estaba en la escuela, se encontró con sus verdaderos padres, sus profesores de ciencias. Algo en su interior resonó al verlos, una conexión que no podía explicar. Alexander, al intuir que su secreto estaba en peligro, no titubeó y en un acto de crueldad y ego, asesinó a la pareja para así mantener su dominio sobre Nathanael. De vuelta en casa, Nathanael se sumió en una tristeza profunda. Alexander, preocupado por su hijo, le preguntó qué le ocurría. El joven le confesó que estaba enamorado de una amiga que solo lo veía como un amigo y que se había fijado en otro chico. La furia inundó a Alexander. No podía soportar que una simple mortal rompiera el corazón de su preciado hijo. "No te preocupes, hijo," le dijo con una voz suave pero calculadora. "Aquí está tu padre, que nunca te abandonará." Lo abrazó, transmitiéndole una promesa silenciosa de protección eterna. Aquella noche, Alexander se deslizó en la habitación de la chica. Observándola mientras dormía, susurró: “Ahora entiendo por qué mi hijo se enamoró de ti, eres muy hermosa. Pagarás caro por rechazarlo." La chica despertó asustada, y ante la visión de los colmillos de Alexander recordó las historias de su madre. Se arrodilló suplicando por su vida. "Si quieres vivir, terminarás con tu novio," le ordenó el vampiro. "Le pedirás perdón a mi hijo y le dirás que lo amas. Si él te pide matrimonio, te casarás con él y serás una gran esposa. Tus hijos serán mis nietos, y me aseguraré de guiarte. Y no le contarás a nadie de esta conversación." Aterrada, la chica hizo todo lo que Alexander le exigió. El vampiro, satisfecho con su venganza, finalmente convirtió a Nathanael en vampiro, asegurándose de que su posesión eterna nunca lo abandonara. El joven, ahora compartiendo la inmortalidad con su retorcido salvador, jamás supo la verdad detrás de los aterradores actos de su "padre". Y así, Alexander consiguió su venganza perfecta, asegurándose que la felicidad de su hijo dependiera exclusivamente de él, su eterno protector y guía.