**Venganza Vampírica**

En una antigua ciudad envuelta en misterio, vivía un vampiro atractivo, musculoso, ególatra y narcisista llamado Dimitri. Aparentaba tener 25 años, aunque su existencia se extendía por siglos. Su vida eterna tomó un giro inesperado cuando su amor, Elena, se casó con un hombre mortal. Despechado y lleno de rencor, Dimitri urdió un cruel plan para vengarse de ella. Una noche, bajo la tenue luz de la luna, Dimitri entró sigilosamente en el hogar de Elena y su esposo, y robó al bebé recién nacido de su cuna. Su intención inicial era acabar con la vida del bebé, pero al ver su inocencia y fragilidad, su resolución flaqueó. Cambió de idea y decidió criarlo como su propio hijo. Para Dimitri, esa sería la venganza perfecta: la pareja jamás vería crecer a su hijo. El niño, a quien Dimitri nombró Adrian, creció bajo el cuidado severo pero afectuoso del vampiro. Dimitri se mostraba amable y amoroso solo con Adrian, mientras al mundo exterior mantenía su fachada de frialdad y arrogancia. Se volvió extremadamente sobreprotector y posesivo, temiendo que algún día podría quedarse solo. Mientras tanto, Elena y su esposo buscaban desesperadamente a su hijo, sin éxito, pues cada vez que se aproximaban, Dimitri huía con el pequeño. A medida que pasaron los años, el pequeño Adrian se convirtió en un joven de 17 años, reservado y algo nerd. Sin saber su verdadera historia, comenzó a asistir a una escuela local. Fue ahí donde se encontró con sus verdaderos padres, quienes habían devenido en maestros sin dejar de buscar a su hijo perdido. No sabían que el joven al que enseñaban cada día era el bebé que les fue arrebatado tiempo atrás. Cuando Dimitri se dio cuenta de lo cerca que estaban de la verdad, no dudó en tomar medidas drásticas. Una noche, cegado por su temor a perder a Adrian, asesinó a la pareja. Refugiado en la oscuridad, el vampiro mantenía su secreto a salvo y su "hijo" a su lado. Adrian, ajeno a la tragedia que había arrancado dos vidas por su causa, cayó en una profunda tristeza. Un día, confesó a Dimitri que se había enamorado de su amiga, Sofia, pero que ella solo lo veía como un amigo y que había puesto sus ojos en otro chico. La reacción de Dimitri fue inmediata y brutal. Su ego no podía tolerar que alguien importante para Adrian lo rechazara y rompiera su corazón. “Tranquilo, hijo”, dijo Dimitri mientras lo abrazaba. “Aquí está tu padre, nunca te abandonaré. Esa chica verá su error”. Esa misma noche, Dimitri se deslizó hasta la habitación de Sofia con una mezcla de furia y encanto en sus oscuros ojos. Al verla, admitió a regañadientes que entendía por qué Adrian se había enamorado de ella. Pero su belleza no la eximiría de pagar por su atrevimiento. Sofia, al ver los colmillos de Dimitri, recordó las historias de su madre: "Nunca rechaces el amor de un vampiro. Si lo haces, se vengará". Atemorizada, se arrodilló y suplicó por su vida. Dimitri le impuso una condición para dejarla vivir: debía terminar con su novio, pedirle perdón a Adrian y confesarle su amor. Y si Adrian le proponía matrimonio, acataría, cumpliendo el papel de una esposa perfecta mientras el vampiro supervisaba a sus futuros nietos. Sofia, aterrorizada, obedeció sin titubeos. Con el tiempo, Adrian aceptó la falsa confesión de amor de Sofia y propuso matrimonio, sin sospechar el horror que había forzado la mano de la chica. Dimitri, viendo su venganza completarse, tomó la decisión final para que Adrian nunca le abandonara: lo convirtió en vampiro. Así, la eterna venganza del vampiro ególatra se perpetuó en la existencia inmortal de su hijo adoptivo, mientras Elena y su esposo descansaban en una tumba desconocida, y Sofia vivía prisionera de un destino impuesto por el oscuro amor de un vampiro.