Vampiro Redimido bajo la Sombra Eterna

En el corazón de una ciudad envuelta en sombras y misterios vivía Vladislav, un vampiro dotado de una belleza y fuerza sobrehumanas. Su apariencia de treinta años ocultaba un pasado de más de un siglo y medio, un pasado marcado por la arrogancia y la distancia. A lo largo de su longeva vida, Vladislav había desestimado y humillado a su único hijo, Adrian, un joven de quince años que no compartía ni su atractivo ni su fortaleza. A los ojos de su padre, Adrian era un "débil", un "insignificante", un "nerd" carente de cualquier atributo notable. Sin embargo, el destino se encargó de ajustar cuentas. Adrian, atrapado en un trágico accidente de tráfico, quedó en coma. Los médicos, tras evaluar su estado crítico, sugerían desconectarlo de los aparatos que mantenían su vida. Pero Vladislav, por primera vez en su existencia plagada de soberbia, se negó rotundamente. La culpa y el arrepentimiento se infiltraron en su corazón de piedra, corroído por los años de desprecio injusto. Desesperado por salvar a su hijo, Vladislav lo sustrajo del hospital en la oscuridad de la noche, sus alas extendiéndose mientras volaban hacia su majestuosa mansión. Allí, en una sala oculta, depositó a Adrian sobre una mesa de piedra fría. "No dejaré que mueras", susurró Vladislav con una intensidad que nunca antes había mostrado. "Papá nunca lo permitirá". Los colmillos del imponente vampiro emergieron, y con cuidado, mordió el pálido cuello de Adrian. La sangre fluyó, y el joven despertó, sus ojos abiertos con sorpresa y miedo. Vladislav le ofreció una bolsa de sangre que había robado, alimentándolo con vida nueva. Pasaron meses, y Adrian comenzó a notar un cambio en su padre. La frialdad y la indiferencia dieron paso a una atención y cariño que jamás había conocido. Sin embargo, las sombras de su pasado no se desvanecieron completamente. Las autoridades, alertadas sobre el historial de maltrato infantil, intervinieron y decidieron que Adrian no podía seguir viviendo en ese hogar. Enterado por los policías a los que había sobornado abundantemente, Vladislav estalló en furia al descubrir la traición y la intención de las autoridades de quitarle a su hijo. "Primero muerto antes que permitir que me quiten a mi hijo. Él es mío y solamente mío", declaró, con su voz resonando en cada rincón de su majestuosa mansión. Con la determinación de un depredador acorralado, Vladislav decidió huir del país junto a Adrian. Forjaron nuevas identidades y, con toda su fortuna, se embarcaron en un exilio que los llevaría a tierras lejanas, donde las leyes humanas no pudieran alcanzarlos. El imponente vampiro, en un ataque de ira vengativa, eliminó a los oficiales que lo habían traicionado, asegurando así su fuga. Vladislav no repararía en nada con tal de no perder a su hijo nuevamente. En su corazón eternamente joven, pero ahora marcado por el arrepentimiento, sabía que este era el primer paso hacia una nueva vida, una en la que jamás permitiría que alguien los separara. Adrian, aunque abrumado por los cambios y los oscuros actos de su padre, empezó a ver en él algo más que el monstruo que siempre había conocido. Quizás, en esa vida de fugitivos, encontrarían una forma de redimirse y construir la relación que nunca habían tenido.