"Under the Shadow of Muscles"

Había una vez en la preparatoria de Northridge, un profesor de educación física, musculoso y atractivo, llamado Derek Collins. A sus 32 años, Derek también era el coach estrella del equipo de fútbol americano del instituto, cuyas victorias eran la envidia de todas las escuelas de la región. Pero, tras esa fachada de hombre perfecto, se escondía una personalidad egocéntrica, fría y narcisista, que disfrutaba intimidando y menospreciando a quienes consideraba inferiores. Uno de sus blancos favoritos era un joven nerd de 14 años, llamado Kevin, un chico flaco y desgarbado, amante de los libros y las ciencias. La vida de Kevin no había sido fácil; siendo huérfano, había pasado por varias casas de acogida antes de llegar a Northridge. Su situación lo volvía blanco fácil para las burlas de Derek, que lo llamaba "patético" y "débil" frente a los otros estudiantes. Un día, mientras organizaba papeleo escolar, el director de la escuela llamó a Derek a su oficina. Una mujer, visiblemente nerviosa, esperaba allí. Al mirar a Kevin junto a ella, Derek sintió una punzada extraña en el pecho. "¡Derek!", comenzó el director con tono grave. "Esta es Marie, una antigua conocida tuya. Ella tiene algo importante que decirte". Marie inhaló profundamente antes de soltar la bomba: "Derek, Kevin es tu hijo". El mundo de Derek se tambaleó y su primera reacción fue de incredulidad y negación. Pero, tras una serie de pruebas y conversaciones, la verdad resultó innegable. Sin más opciones, y ante la amenaza de perder su trabajo si no se hacía cargo de Kevin, Derek accedió a tomar la tutela del muchacho. Las primeras semanas fueron un desastre. Derek se sentía abrumado por la responsabilidad y el desprecio que sentía hacia la debilidad de Kevin. Sus intentos por mejorar a Kevin se reducían a regaños y sesiones exigentes de entrenamiento físico, que solo lograban desgastar y humillar más al chico. No obstante, a medida que pasaban los días, Kevin comenzó a sorprender a su padre con su coraje y su nobleza de corazón. A pesar del trato cruel, el chico se mantenía optimista y trabajaba duro, no solo para intentar agradar a su padre, sino para superar sus propias limitaciones. Lentamente, los muros de frialdad de Derek comenzaron a resquebrajarse. Lo que Derek no esperaba era cómo la relación entre ambos complicaría su vida de formas nuevas e inesperadas. Su naturaleza posesiva y arrogante lo llevó a desarrollar celos profundos hacia cualquier persona que se acercara a Kevin con afán de amistad o romance. Cuando notó que algunos de los jugadores de su equipo comenzaban a ser amables con Kevin, estalló en furia. "¡Manténganse alejados de él!", les ordenaba Derek en vestidores, sometiendo a los jugadores a entrenamientos imposible de resistir cuando hacían caso omiso a sus órdenes. "Kevin es solo mío", pensaba en su arrogancia, sin darse cuenta de cómo su actitud estaba afectando tanto a él mismo como a su hijo. Kevin, por su parte, era un chico perspicaz en su propia forma ingenua. Comenzó a entender la complejidad de las emociones de su padre, aunque no por ello se sintió menos herido por ellas. Sus intentos de acercarse a nuevos amigos y potenciales intereses románticos no solo eran frustrados por su padre, sino también alimentaban una soledad aún más acerba. Pero con el tiempo, la cordialidad y el cariño genuino de Kevin empezaron a ablandar ese corazón endurecido de Derek. Él empezó a darse cuenta de que su hijo era, en realidad, una fuente de orgullo por su inteligencia y bondad, características que él mismo había menospreciado toda su vida. Poco a poco, la admiración comenzó a sustituir la vergüenza y el desprecio, y el amor paternal que Derek tanto temía y negaba empezó a colarse por cada grieta. La transformación no fue fácil, y Derek tuvo que combatir arduamente contra sus propias limitaciones y defectos. Las explosiones de celos irracionales todavía surgían, pero con cada incidente, Derek se volvía más consciente de su necesidad de cambiar. La terapia se convirtió en una herramienta crucial, pero la verdadera motivación siempre fue Kevin. Finalmente, llegó el día en que Kevin se graduó de la preparatoria, no solo habiendo florecido académicamente, sino también habiéndose encontrado a sí mismo en el complejo camino del crecimiento. Derek, lleno de orgullo, soltó las ataduras de su arrogancia y se dio cuenta de que el verdadero éxito no se encuentra en la conformidad a los estándares sociales de fuerza y apariencia, sino en el amor genuino y el respeto mutuo que había aprendido a construir junto a su hijo. La relación entre padre e hijo, nacida entre la adversidad y el desprecio, se había transformado en un vínculo indestructible de amor y aceptación, demostrando que incluso el corazón más frío puede aprender a amar.