Un nuevo ritmo de vida: Un intercambio de cuerpos sorprendente que redefine la autoaceptación y la empatía.

Durante una jornada normal en una empresa cualquiera, Samuel, un empleado de 28 años, sufría otro día de bullying por parte de su gerente, Max, un tipo musculoso, atractivo, ególatra y narcisista de 29 años. Max ejercía su seductor encanto sobre todas las mujeres de la oficina y no paraba de ridiculizar a Samuel, quien se sentía impotente e inferior en frente suyo. Un día, mientras ambos viajaban en el ascensor, un rayo cayó directamente sobre ellos y algo inimaginable sucedió: ambos cambiaron de cuerpo. Cuando despertaron de la confusión inicial, Samuel se encontró en el cuerpo de Max y Max en el de Samuel. Max, en el cuerpo de Samuel, no logró sobreponerse al choque y murió por un infarto causado por el estrés de la situación. Samuel, al comprobar que había cambiado de cuerpo no pudo contener su alegría. Siempre había admirado secretamente el físico de Max y ahora era suyo. Se examinó frente a un espejo y pudo tocar los músculos, pectorales, abdominales, bíceps y tríceps que ahora formaban parte de él, una experiencia completamente desconocida y emocionante. Sin embargo, el cambio no sólo se produjo a nivel físico; de alguna manera, Samuel empezó a adoptar los rasgos de la personalidad de Max. De ser un hombre asustadizo y tierno, se transformó en alguien intimidante y despiadado como el anterior gerente. Su orientación sexual también cambió, sintiéndose ahora atraído por las mujeres. En lo que a todos, excepto Samuel, pareció un instante, se convirtió en un alter ego de Max, con un cuerpo irresistible y una personalidad carismática y dominante. Ahora él era quien gobernaba en la oficina, ejerciendo sus nuevos poderes sobre los demás con la misma vanidad y arrogancia que había sufrido antes. De esta manera, la historia dramática de un empleado humilde se convirtió en una lección inesperada de poder, cambios y adaptación en un mundo donde, a veces, lo imposible se hace realidad.