Un intercambio de cuerpos inesperado: Un nuevo reflejo, un nuevo yo.

Había una vez dos hermanos, Jorge y Franco, completamente opuestos. Jorge, el mayor, medía más de 1.80 metros y tenía una figura atlética envidiable. Era el Quaterback de su equipo de fútbol, atractivo, musculoso y muy admirado, pero también se destacaba por su egolatría y narcisismo. El menor, Franco, tenía 16 años y parecía vivir en otra realidad. Era un chico gordo, débil y considerado feo por las normas sociales. Franco era una persona maravillosa, humilde y amable, pero también era constantemente avergonzado y acosado, especialmente por su propio hermano. Un día, Franco escuchó una conversación donde Jorge, su hermano, hablaba sobre una apuesta que tenía con sus amigos sobre una chica, María. María era una chica inteligente y hermosa que recién se había transferido a su escuela. Franco no podía permitir que su hermano lastimara a la dulce e inocente María. Un día, María se enteró de la apuesta y llorando confesó que conocía una antigua maldición que podría enseñarle a Franco como castigo para su hermano. Franco aceptó el desafío y pronunció la maldición antes de dormir. Cuando despertó, estaba en el cuerpo de Jorge. Franco miró su reflejo y apenas pudo creer lo que veía. Poco a poco empezó a explorar y a palpar los fuertes bíceps, tríceps, pectorales y abdominales que ahora tenía. Por su parte, Jorge se despertó en el cuerpo de su hermano y sintió una cruel ironía en su destino. Durante el día, Franco disfrutó de la popularidad y admiración que su hermano gozaba. No podía evitar sentir como si estuviera viviendo en un sueño. Esa noche, Franco terminó teniendo relaciones con el mejor amigo de Jorge, quien se encontraba secretamente enamorado de él. El cambio de cuerpo iba a ser transitorio de un día si ambos hermanos en sus nuevos cuerpos no hubieran tenido relaciones sexuales con otra persona. Sin embargo, como Franco lo hizo, el intercambio se volvió permanente. A pesar de los intentos de Jorge de revertir la maldición, no pudo lograrlo. Aunque al principio fue un shock, Franco aprovechó esta oportunidad para ponerse en los zapatos de Jorge y entender su vida, mientras que Jorge, en el cuerpo de Franco, tuvo tiempo para reflexionar sobre sus acciones y comenzó a cambiar para mejor. A pesar de la extraña circunstancia, ambos hermanos lograron aprender de ella y crecieron como personas. La maldición de María no sólo impartió justicia, sino que también transformó a dos hermanos individuales en verdaderos hermanos que se entendían y se cuidaban mutuamente. En un giro inesperado de eventos, su vida cambió dramáticamente, pero al final, para mejor.