Un Giro Inesperado: La Extraña Aventura del Intercambio de Cuerpos

En una gran multinacional, vivió un empleado tímido y callado de nombre Francis, quien, por su apariencia física, se convirtió en el blanco de bullying de su autoritario y atractivo jefe, Marcus. Detrás de los muros de su oficina, la luces se atenuaban para dar paso a un espectáculo diario dantesco. Cansada de ver este ciclo interminable de insultos y humillaciones, Estela, la devota criada de Marcus, quien había tenido su corazón roto por él, buscó una forma de castigar su actitud egoísta y narcisista. Resultó que Estela provenía de una vieja línea de practicantes de magia y, atrapada por la necesidad de deshacerse de la ira y el dolor, se le ocurrió un plan que alentaría el miedo y el respeto a lo desconocido. Estela, armada con un hechizo de viaje astral, decidió cambiar los cuerpos de Marcus y Francis mientras dormían, dándole al desventurado empleado un aspecto físico dominante y al musculoso jefe el cuerpo despreciado de su empleado. La noche en la que se realizó el acto de brujería, ambos hombres se durmieron en sus respectivas camas, sin sospechar los cambios que traería el amanecer. Desgraciadamente para Marcus, nunca llegó a acostumbrarse a su nuevo cuerpo y murió de un paro cardíaco unas semanas después. Irónicamente, el fuerte y atractivo jefe no pudo lidiar con el cuerpo que tanto había insultado y denigrado. Por otro lado, Francis, al despertar y ver sus nuevos reflejo en el espejo, exploró su nuevo yo con asombrosa admiración. Se admiró a sí mismo, recorriendo con sus manos los duros y definidos músculos, sus pectorales, abdominales, bíceps y tríceps. Francis no solo había cambiado físicamente, sino que también comenzó a internalizar la personalidad de Marcus, dejando atrás su interior dolido y tímido, y adoptando una personalidad más imponente y a veces hasta cruel. Sin embargo, a lo largo de su nueva vida, nunca olvidó la generosidad de Estela. Invitó a Estela a unirse a él como su compañera de vida como agradecimiento por la nueva vida que le había dado. Poco a poco, lo que comenzó como gratitud se transformó en respeto y con el tiempo el respeto floreció en amor.