Un Corazón Inquebrantable: La Tragedia de la Luz

Había una vez un joven de 14 años llamado Lucas. Lucas era un estudiante brillante, inquisitivo y de gran corazón, aunque su aspecto físico no concordaba con los estándares impuestos por la sociedad. Sus días estaban llenos de libros, experimentos científicos y sueños de cambiar el mundo de maneras positivas. Sin embargo, su vida en casa no era nada fácil. Tenía dos hermanos mayores, Alejandro y Mauricio, de 17 años, y un padre, Alberto, un magnate empresarial, atractivo y musculoso, pero ególatra y narcisista, de apenas 32 años. Para su familia, Lucas era una constante decepción. Ni sus hermanos ni su padre perdían la oportunidad de despreciarlo y hacerle bullying. A pesar de estos malos tratos, Lucas amaba a su familia con todo su corazón y soñaba con ser algún día alguien a quien ellos miraran con orgullo. Pero, además de su inteligencia, Lucas poseía un don especial que nadie más conocía: podía ver el futuro. Una noche, Lucas tuvo una visión inquietante. Vio cómo su padre y sus hermanos se peleaban a muerte por una mujer, una pelea que terminaría en tragedia con la muerte de uno de ellos. Decidido a prevenir este oscuro destino, trató de mantenerse alerta. Una fatídica mañana, una mujer llamada Claudia apareció en sus vidas. Seductora y astuta, pronto logró conquistar no solo a Alberto, sino también a Alejandro y a Mauricio. Todos la veía como óptima compañía sin saber que estaba aliada con fuerzas oscuras. Una noche, el padre de Lucas convocó a sus hijos para presentarles a su prometida. Cuando Alejandro y Mauricio la vieron, inmediatamente comenzaron a reclamar: —¡Padre, no te casarás con mi chica! —clamaron en unísono. Los insultos y la violencia estallaron. En el caos, Alberto sacó una pistola con la intención de resolver el conflicto a su manera, pero Lucas, tratando de calmar la situación, se interpuso. —¡Claudia! —gritó Lucas—. ¿Estás feliz ahora? Has destruido esta familia, pero escucha mis palabras: el daño que hacemos siempre vuelve a nosotros. Al ver que su padre apuntaba el arma hacia Alejandro, Lucas se lanzó en medio y recibió la bala destinada a su hermano. Claudia, al ver el desastre que había causado, huyó del lugar. Alberto, al darse cuenta de lo que había hecho, dejó caer el arma y cayó de rodillas junto al cuerpo de Lucas. —¿Qué he hecho? —sollozó Alberto—. Hijo, por favor perdóname. Resiste. Alejandro y Mauricio, también llorando, se acercaron a Lucas. —Hermano, resiste. Perdónanos por todo el bullying que te hemos hecho. Lucas, sonriente a pesar del dolor, los miró a todos con ternura: —Los perdono... ya me puedo ir tranquilo. Que encuentren consuelo. Adiós. Después de esas palabras, Lucas cerró los ojos y expiró. La muerte de Lucas fue un golpe devastador para Alberto y sus dos hijos mayores. Alberto fue condenado a prisión, pero por su buena conducta, le dieron casa por cárcel. Alejandro y Mauricio se sumieron en una profunda depresión, consumidos por la culpa. Desesperado, Alberto llamó a sus hijos y les propuso un siniestro pacto: —Mientras estuve preso, uno de mis compañeros me habló de una solución a nuestros problemas. Una manera de tener todo lo que deseamos. Pido que mi hijo viva —dijo invocando a un demonio. El demonio, sonriendo malévolamente, respondió: —¿Lo que sea dices? Muy bien. Volverán al momento en que ibas a disparar, pero no lo harás. Sin embargo, como pacto conmigo, tú y tus hijos seréis mis instrumentos. Tú serás mi Anticristo, y tus hijos serán tus aliados para formar mi trinidad. A partir de este momento, ustedes perderán todos esos sentimientos humanos patéticos de bondad y amor. El único ser al que querrán y amarán será su hermano menor, pero ese amor será posesivo y dominante, acorde a nuestra naturaleza malvada. Alberto y sus hijos aceptaron, y en un instante, dejaron de ser humanos para convertirse en entidades de pura iniquidad y maldad. Fueron transportados de vuelta al momento del disparo, pero esta vez Alberto no apretó el gatillo. Lucas, ahora conscientemente en deuda con fuerzas oscuras, volvió a la vida gracias al sacrificio de lo que alguna vez fue su familia, ahora transformada. —Descansa, hermanito —dijeron sus hermanos y su padre—. Nosotros dominaremos este mundo. Te protegeremos y cuidaremos. Eres nuestro rayo de luz y nunca escaparás de nuestro lado. Lucas, aunque confundido y abrumado, sintió que algo oscuro y diferente envolvía a su familia. El sacrificio del amor incondicional y la bondad que él tanto había apreciado y defendido habían sido el precio. La tragedia fue evitada, pero el precio fue alto. La esencia misma de su padre y hermanos cambió por completo, y así, una nueva y oscura era comenzó para Lucas y su familia.