Twist of Fate: Unexpected Wishes

Había una vez un joven de 17 años llamado Daniel. Daniel era un típico nerd: flaco, con gafas gruesas y aficionado a la ciencia ficción y los videojuegos. Lamentablemente, era víctima constante del bullying en la preparatoria, y su principal tormento venía del entrenador de fútbol, Alejandro. Alejandro, con sus 33 años, era la personificación de la masculinidad: musculoso, atractivo, ególatra y narcisista. Un día, mientras paseaba por una tienda de antigüedades buscando algún objeto interesante, Daniel encontró una vieja lámpara polvorienta en un rincón olvidado del establecimiento. Intrigado, la compró sin saber que tenía un poder especial. Al regresar a casa, se acomodó en su habitación y, con un suspiro de resignación, dijo en voz alta sin siquiera pensarlo mucho: "Desearía que el entrenador me amara y fuera mi novio, posesivo y protector". En ese momento, la lámpara emitió un brillo tenue, pero Daniel no se dio cuenta. A la mañana siguiente, Daniel se despertó sintiendo un calor extraño a su lado. Al girarse, sus ojos se abrieron desmesuradamente al ver a Alejandro, el entrenador, a su lado en la cama. Alejandro sonrió cariñosamente y le dijo: —Buenos días, amor. Ya preparé nuestro desayuno. Nos vamos a la prepa en veinte minutos. Recuerda que en la escuela, nadie debe saber que somos novios y vivimos juntos. Yo quisiera decir a los cuatro vientos que te amo, pero lo reservamos para nosotros —le dijo mientras le acariciaba el rostro—. Esta noche es nuestro aniversario de cinco meses de noviazgo. Te prometo que esta noche te haré el amor como nunca nadie te lo ha dado ni dará. Eres mío y solo mío. La mente de Daniel estaba en un torbellino de confusión y sorpresa. ¿Cinco meses de noviazgo? ¿Vivían juntos? Todo esto parecía un sueño extraño e irreal. Sin embargo, cuando Alejandro le dedicó otra sonrisa cálida y lo abrazó con fuerza, algo en el interior de Daniel se dio cuenta de que realmente podía apegarse a esta nueva realidad. Los días pasaron y en la prepa, la actitud de Alejandro hacia Daniel cambió de manera inesperada. La protección del entrenador se hacía evidente aunque, siguiendo sus propias reglas, nadie sospechaba nada de la relación entre ellos. Dentro de las paredes de su hogar conjunto, Alejandro mostraba un amor apasionado y devoto, actuando como el protector que Daniel siempre había deseado tener. Llegó la noche del aniversario. Daniel se encontraba nervioso mientras se preparaba. Esa noche, Alejandro cumplió lo prometido, llenándolos ambos de una pasión y conexión que Daniel nunca había experimentado. Lo que había comenzado como una broma despreocupada, se había convertido en la realidad de Daniel donde finalmente tenía un protector y un amante. Y aunque por momentos se cuestionaba la moralidad o la autenticidad de su deseo inicialmente hecho sin pensar, la manera en que Alejandro lo cuidaba y amaba era suficiente para hacerle creer que al final, quizá las estrellas tenían una manera peculiar de conceder deseos. Y así, con deseos cumplidos y lecciones aprendidas, viven su vida en una mezcla de secreto y amor apasionado, donde la antigua dinámica de acosador y víctima se transformó en una historia de amor poco convencional.