Transformación por Deseo: Cambio de Roles

Había una vez un joven de 17 años llamado Nicolás. Era un chico delgado y poco atlético, dedicando la mayor parte de su tiempo libre a sus estudios y pasatiempos nerds como la programación y la lectura de cómics. Sin embargo, esta devoción a lo intelectual no lo salvaba de ser objeto de constantes burlas y acosos, especialmente por parte del entrenador del equipo de fútbol de la escuela, el Sr. Alejandro Rivas. Alejandro tenía 33 años, era musculoso, terriblemente atractivo y, además, provenía de una familia adinerada. Su abundante confianza lo hacía ególatra y narcisista, y no perdía oportunidad para hacerle la vida imposible a Nicolás. Un día, cuando Nicolás paseaba por el mercado buscando alguna chuchería para animarse, encontró una lámpara antigua en un puestecillo. Le llamó la atención y, pensando que añadiría un toque interesante a su habitación, la compró. Esa noche, mientras limpiaba la lámpara, un destello de luz emergió y Nicolás, sorprendido y emocionado, dijo sin pensar: "Deseo dejar de ser yo y ser mi entrenador". Al día siguiente, Nicolás despertó en una habitación lujosa. Al principio, no entendió qué estaba sucediendo. Se frotó los ojos y miró a su alrededor; no reconocía el lugar. Entonces se miró al espejo y, para su asombro, vio que ahora tenía el cuerpo musculoso y perfecto del Sr. Rivas. Solo llevaba unos ajustados boxers, y no pudo evitar flexionar sus músculos y admirar lo que veía. En ese momento, decidió que no quería regresar a su vida anterior. Amaba este nuevo cuerpo, la sensación de fuerza y poder que le otorgaba. A lo largo de los días siguientes, Nicolás se fue dando cuenta de algunas cosas. En primer lugar, aunque tenía el cuerpo del entrenador, su mente seguía siendo la misma: estudiosa y lógica, pero empezó a notar algo inquietante. El nivel de testosterona que ahora corría por sus venas comenzaba a influir en su comportamiento. Se volvió más arrogante y, paradójicamente, más seguro de sí mismo. Al principio, trató de resistirse, pero pronto se dio cuenta de que le gustaba esa nueva versión de él. Nicolás decidió entonces tomar acciones para mantener su nueva vida. Su antigua vida quedó para su antiguo atormentador, el verdadero Alejandro, ahora atrapado en el cuerpo de Nicolás. Para evitar cualquier tipo de sospecha, Nicolás decidió llevar el control total. Hizo público que su antigua identidad, ahora Alejandro, era su novio. Aunque era incómodo al principio, la proximidad y la dinámica cambiante entre los dos los acercó, y Nicolás se sorprendió al notar que empezaba a sentir algo por Alejandro. La mente de Nicolás, ahora influenciada por la arrogancia inherente a su nuevo cuerpo, tomó la decisión de nunca regresar. Había una especie de justicia poética en que su atormentador ahora estuviera en su antiguo cuerpo, mientras que él, Nicolás, disfrutaba del nuevo statu quo. Con el tiempo, el amor que Nicolás llegó a sentir por Alejandro contradecía todas sus experiencias anteriores, pero era sincero. Amaba su nuevo cuerpo, y ahora también amaba a la persona que solía torturarlo. Así, Nicolás se aseguró de que la verdad jamás saliera a la luz, disfrutando de su nueva vida rica en confianza, poder y amor, mientras el verdadero Alejandro debía adaptarse a su nueva realidad, viviendo una vida que nunca habría elegido.