Title: "The Echo of Pain"

La tormenta siempre golpeaba con más fuerza en el corazón de Michael Walker, un joven de 16 años cuyos lentes gruesos y complexión delgada lo hacían el blanco perfecto de burlas y abusos en la preparatoria. Pero lo que más dolía no eran los golpes ni las palabras crueles de sus compañeros del equipo de fútbol americano; era la indiferencia y el desprecio de alguien a quien había esperado que lo amara—su propio padre, Nick Walker. Nick, de 30 años, era el entrenador de gimnasio de la escuela. Musculoso, atractivo y dotado de un ego del tamaño de su cuenta de Instagram, Nick nunca aceptó a su hijo. Para él, Michael era un reflejo vergonzoso de debilidad. Cada mirada despectiva y cada comentario hiriente eran esfuerzos de Nick para negar la asociación con un joven que, a sus ojos, no merecía llevar su apellido. Desconociendo la condición cardíaca de Michael, Nick ideó un plan particularmente cruel para humillar aún más a su hijo. Había notado que Michael estaba enamorado de Jessica, una chica popular de 17 años. Al enterarse de que Jessica quería una cita con él, Nick hizo un trato despreciable con ella: tendría una relación con la chica si ella, a cambio, fingía interés en Michael durante tres meses, solo para luego romper su corazón. Jessica aceptó con una sonrisa y empezó a tejer ilusiones en la mente de Michael. Durante esos meses, el joven experimentó por primera vez la sensación de ser importante para alguien, de ser aceptado y, quizás, amado. Pero todo era una farsa bien orquestada. Una tarde, Michael escuchó ruidos extraños provenientes del gimnasio de la escuela. Intrigado y con un mal presentimiento, se acercó y, al abrir la puerta, su mundo se derrumbó. Ante él estaban su padre y Jessica en un encuentro íntimo. Nick lo miró con una mueca de burla y le soltó las palabras que perforaron el ya débil corazón de Michael: "¿De verdad creíste que alguien como ella podría estar con un perdedor como tú?" El dolor en el pecho de Michael se tornó insoportable. El aire desapareció de sus pulmones y, con un jadeo ahogado, cayó al suelo. Al principio, Nick no se inmutó. Pero cuando vio que su hijo no reaccionaba, el pánico empezó a apoderarse de él. Cargó el cuerpo sin vida de su hijo hacia el hospital, donde los médicos lo llevaron de inmediato a cuidados intensivos. "Su corazón está muy débil," dijo uno de los médicos, mirándolo con seriedad. Esas palabras golpearon a Nick como una tonelada de ladrillos. Por primera vez en su vida, sintió culpa, una punzada retorcida en el pecho que solo crecía mientras observaba a su hijo luchar por cada aliento. Al entrar a la habitación de Michael, Nick se acercó a la cama, sintiéndose más pequeño y más impotente que nunca. Michael, con los ojos cerrados y la piel pálida, abrió apenas los labios y dijo suavemente: "Sé que moriré muy pronto. Acepto mi destino. Tú me hiciste mucho daño, pero no quiero irme sintiendo odio. Te perdono, Nick Walker." Con esas últimas palabras, el corazón de Michael dejó de latir. Nick, atónito, se desplomó junto a la cama, abrazando el cuerpo sin vida de su hijo y llorando como nunca lo había hecho. Su grito de dolor resonó en el pasillo del hospital, una mezcla de arrepentimiento y desesperación. El karma había llegado con fuerza, arrebatándole lo más valioso que tenía. Después de la muerte de Michael, la noticia se esparció rápidamente. Nick fue despedido de la preparatoria y ningún otro trabajo quiso contratarlo. Con el tiempo, su mente se desmoronó. Empezó a tener alucinaciones, convencido de que su hijo aún estaba vivo y que seguían haciendo actividades juntos, como si aquellos momentos terribles nunca hubieran ocurrido. En su soledad y locura, Nick vagaba por las calles, hablando con un hijo que ya no estaba allí. El remordimiento y el dolor lo consumieron totalmente, una trágica lección de que el odio y el desprecio solo llevan a la autodestrucción. Al final, todo lo que quedaba de Nick Walker era una sombra de quien había sido, atrapada en un ciclo interminable de culpa y pérdida.