Title: Lucifer's Prince

En una pequeña ciudad, existía un joven de catorce años llamado Samuel. Con lentes gruesos, una estatura baja y delgado, Samuel era el blanco de las burlas y el acoso de sus compañeros de escuela. Además, la pérdida de sus padres cuando era muy pequeño hacía que su situación fuera aún más insoportable. El vacío en su corazón y la soledad que sentía eran abrumadores. Una noche, mientras observaba el cielo desde la ventana de su diminuto cuarto, vio una estrella fugaz. Sin pensarlo dos veces, cerró los ojos y deseó con todas sus fuerzas: "Quiero tener un padre como Lucifer Morningstar". Samuel había visto la serie de televisión y admiraba la presencia imponente y la naturaleza protectora, aunque compleja, del personaje. A la mañana siguiente, Samuel se despertó en lo que parecía ser un lujo inimaginable. Dormía en una cama enorme, rodeada de muebles elegantes y finos acabados. Mientras aún trataba de entender si estaba soñando, la puerta se abrió y apareció un hombre alto, con un porte majestuoso y traje impecable. Era Lucifer Morningstar. —Buenos días, Samuel —dijo Lucifer con una sonrisa—. Bienvenido a tu nuevo hogar. Al principio, Samuel pensó que se trataba de una broma o de un sueño muy vívido, pero las semanas siguientes continuaron llenas de momentos increíbles. Lucifer resultó ser un padre extremadamente protector y afectuoso. Samuel no podía creer su suerte: tanto cariño y atención le hicieron olvidar los días de bullying y soledad. Sin embargo, había algo extraño. Lucifer rara vez dejaba que Samuel interactuara con otros chicos de su edad, especialmente con aquellos que mostraban algún tipo de interés especial en él. Tenía demonios a su servicio, siempre vigilando y reportando cualquier intento de acercamiento. Una vez, en la escuela, un chico llamado Alex intentó hacerse amigo de Samuel de manera más estrecha. Unos días después, Alex apareció con una pierna rota y aterrorizado, murmurando algo acerca de un hombre de ojos rojos y una voz que parecía venir desde las profundidades del infierno. A medida que pasaba el tiempo, Samuel empezó a notar los patrones: cualquier persona que intentara cruzar esa línea de amistad cercana enfrentaba consecuencias aterradoras. Su curiosidad y, a veces, temores, le hicieron comenzar a investigar en secreto sobre su nuevo padre. Y finalmente, descubrió la verdad: Lucifer no solo era un personaje de la televisión. Era el verdadero Lucifer Morningstar, el rey del infierno. Con dolor en su pecho, Samuel confrontó a Lucifer. —Papá, sé lo que eres y lo que estás haciendo. No puedo vivir así, aislado de todos. Necesito amigos y una vida normal. Lucifer, con ojos llenos de una mezcla de tristeza y enojo, dijo: —Hice un trato con esa estrella fugaz para darte lo que deseabas, mi pequeño príncipe. No permitiré que nadie más entre en tu vida y retenga tu corazón. Eres mío, y siempre te protegeré, cueste lo que cueste. Samuel entendió entonces el precio de su deseo. Aunque amaba a Lucifer como padre, sabía que vivir asfixiado por su posesividad no era un destino deseable. Sabía que debía encontrar una manera de equilibrar el amor de su padre con su deseo de una vida independiente y plena. La batalla interna de Lucifer entre su amor egoísta y su deseo de ver a Samuel feliz se convirtió en una lucha diaria. Pero Samuel, con el valor y el ingenio que había desarrollado a lo largo de su vida, ideó un plan. Junto con algunos amigos leales y, a veces, incluso con la ayuda encubierta de algunos demonios que simpatizaban con él, comenzó a demostrar a Lucifer que el verdadero amor significa dejar ir y permitir que el ser amado crezca por sí mismo. Con perseverancia y tiempo, Lucifer empezó a entender. Aunque no abandonó por completo su naturaleza protectora, comenzó a confiar más en Samuel y en el círculo de personas que él mismo eligió. Lentamente, padre e hijo encontraron un equilibrio: uno basado en amor, respeto y libertad. Y así, Samuel, aún bajo la atenta mirada del rey del infierno, comenzó a construir la vida de sus sueños, sabiendo que el poder del amor, incluso el más posesivo, puede transformarse cuando hay voluntad de cambio.