The Wishing Lamp-1

Érase una vez, en una ciudad donde convivían el lujo y la humildad, vivía un joven de 14 años llamado Alex. Alex no tenía familia; era huérfano y muy inteligente, pero también débil y no muy agraciado físicamente. Gracias a su talento, había conseguido una beca en una prestigiosa preparatoria para niños ricos. Sin embargo, la vida en esa escuela no era fácil para él. El gimnasio de la preparatoria era el reino del musculoso y atractivo Nick Walker, un entrenador fisiculturista de 30 años que disfrutaba intimidando a aquellos que consideraba débiles. Nick tenía una debilidad especial por atormentar a Alex, que se sentía impotente ante el constante bullying. Todo cambió un día al azar cuando Alex, buscando consuelo en una tienda de antigüedades, encontró una lámpara mágica. Sin saber si realmente funcionaría, Alex la compró. Esa misma noche, con la lámpara en la mano, Alex susurró su deseo sin pensar: "Deseo que Nick Walker sea mi padre sobreprotector, amoroso y posesivo." A la mañana siguiente, Alex despertó en una habitación que nunca había visto antes. La habitación era enorme y decorada con muebles finos y caros. Se levantó con incredulidad y se asomó por la ventana, descubriendo que estaba en una mansión. Antes de poder asimilar lo que veía, la puerta se abrió y apareció Nick Walker. Pero algo en Nick había cambiado; en lugar de la fría hostilidad, sus ojos mostraban calidez y preocupación. —Buenos días, hijo —dijo Nick con una sonrisa—. ¿Dormiste bien? Alex no podía creerlo. Ahora, el imponente fisiculturista era su padre, y no solo eso, sino que era amoroso y atento. Como si el deseo mágicamente hubiera cambiado la esencia misma de Nick. Los días siguientes fueron una mezcla de incredulidad y alegría para Alex. En la prepa, ya nadie se atrevía a molestarle. El temor que su padre-infame-fisiculturista inspiraba mantenía a raya a los bullies. Aun así, Alex conservaba a sus dos mejores amigos, quienes lo notaban mucho más feliz y seguro de sí mismo. Nick, por su parte, se convirtió en un padre sobreprotector, interesado en cada aspecto de la vida de Alex. No solo lo cuidaba, sino que también lo animaba a fortalecerse físicamente, aunque siempre con respeto y cariño. —Quiero que te sientas fuerte y seguro, Alex —le decía Nick—, no solo en la escuela, sino en la vida. Alex se daba cuenta de que, aunque su deseo había comenzado como un escape desesperado del dolor, había terminado regalándole algo mucho más valioso: una familia que jamás pensó que tendría y una relación que le enseñaba sobre el verdadero poder de la protección y el afecto. Y así, Alex no solo superó el bullying y la soledad, sino que también encontró un hogar lleno de amor inesperado. A veces, los deseos más impulsivos pueden traer las sorpresas más maravillosas, y Alex aprendió que el verdadero poder no estaba en la fuerza física, sino en el amor y el cuidado mutuos.