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Question: Escribe una historia en la que un hombre atractivo, musculoso,egolatra y narcisista de 30 años, que toda su vida desprecio a su unico hijo de 15 años por ser segun el debil, insignificante, un nerd y no ser tan agraciado.La vida le cobra haciendo que el joven tenga un accidente de transito que ocasiona que caiga en coma. Los medicos desean desconectarlo pero el imponente hombre por primera vez no lo permite,el arrepentimiento y la culpa lo carcomen sin importar gastar dinero contrata a una enfermera y todos los aparatos para atenderlo en casa. La vida le cobro caro el daño que le hizo a su propio hijo.Pasaron muchos meses y el joven desperto a pesar de ver cambios positivos en su padre, las autoridades al ser notificadas que el joven sufrio maltrato infantil intervinieron y decidieron que el joven ya no podia vivir en un hogar asi.El hombre nunca permitiria que le quitaran a su hijo, siendo informado por algunos policias comprados por su dinero lo que las autoridades pensaban hacer dijo: primero muerto que permitir que me quiten a mi hijo el es mio y solamente mio. Decidio huir del pais con el joven con otra identidad y con toda su fortuna. El imponente hombre habia asesinado a los policias que habia comprado cuando supo que lo habian traicionado. Este hombre tan imponente no le importaria matar con tal de no perder nunca a su hijo.
Había una vez un hombre llamado Alejandro que a los 30 años era el epítome de la atracción física: alto, musculoso y con rostro esculpido. Sin embargo, detrás de su apariencia impresionante, se ocultaba un carácter narcisista y ególatra. Alejandro despreciaba a su único hijo, Julián, de 15 años, porque lo consideraba débil, insignificante y demasiado intelectual para su gusto. Julián, aunque no compartía la fortaleza física ni la belleza de su padre, era un joven inteligente y apasionado por la ciencia. A pesar de la continua indiferencia y desprecio de Alejandro, Julián siempre había intentado ganar su aprobación sin éxito. Un fatídico día, ocurrió lo impensable: Julián tuvo un accidente de tránsito y cayó en coma. Para los médicos, parecía que su estado era irreversible y recomendaron desconectarlo de las máquinas que lo mantenían con vida. Alejandro, quien siempre había mostrado una corazón de hielo, experimentó un sentimiento que nunca antes había sentido: el pánico. Incapaz de aceptar la posible pérdida del hijo que apenas había conocido, decidió que haría lo imposible por mantenerlo con vida. Alejandro gastó fortunas en los mejores especialistas, contrató a una enfermera privada y trasladó a Julián a su hogar, que equipó con todos los aparatos necesarios para su cuidado. Irónicamente, cuanto más luchaba por la vida de Julián, más lo carcomía la culpa por todas las veces que lo había despreciado. El tiempo pasó, y los meses de vigilia constante y arrepentimiento comenzaron a cambiar a Alejandro. Contra todo pronóstico, Julián despertó. Aunque todavía débil, sus ojos mostraban el mismo brillo inteligente de siempre. Alejandro, ahora transformado por su largo periodo de reflexión y culpa, intentó acercarse a su hijo de maneras que nunca había hecho antes. Sin embargo, las autoridades, al ser notificadas del caso y del maltrato previo, decidieron intervenir. Concluyeron que Julián no podía vivir en ese hogar tóxico y que lo mejor para él era alejarse de su padre. Desesperado y sintiendo que su vida sin su hijo no tenía sentido, Alejandro recurrió a sus antiguos métodos de control. Gracias a policías que había comprado, Alejandro supo de antemano lo que las autoridades planificaban hacer. Furioso y determinado a no perder a Julián, exclamó: "Primero muerto que permitir que me quiten a mi hijo. Él es mío y solamente mío." Tomando una decisión drástica, Alejandro decidió que huiría del país con Julián. Con recursos ilimitados y contactos en lugares oscuros, adquirió nuevas identidades para ambos. Antes de escapar, Alejandro, sintiendo una desconfianza creciente hacia aquellos que había sobornado, los asesinó para asegurar su silencio. Así, Alejandro y Julián se esfumaron del radar, llevando una vida clandestina y completamente diferente en un país lejano. Pero aunque Alejandro había cambiado por amor y culpa, sus métodos seguían siendo tan radicales como los que habían llevado a su caída inicial. El hombre que una vez había despreciado a su hijo ahora estaba dispuesto a matar para no perderlo, convirtiendo su amor en una peligrosa obsesión. Y así es como la vida terminó por cobrarle caro a Alejandro el daño que había hecho: aunque había recuperado a su hijo, lo había hecho a costa de su propia humanidad, convirtiéndose en prisionero de su propia culpa y obsesión.
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