The Unexpected Desire of a Young Nerd

El profesor de física de Timoteo Rodríguez, un joven nerd de 14 años con grandes gafas y una complexión débil, había terminado su clase y Timoteo recogía lentamente sus pertenencias, temeroso del inminente final de la jornada escolar. En cada rincón de la preparatoria, Nick Walker, el entrenador de gimnasio de la escuela, un hombre de 30 años, imponente, atractivo y musculoso, se encontraba siempre al acecho con su marcado desprecio y abuso. Pero ese día, la rutina de Timoteo estaba a punto de cambiar para siempre. Por la tarde, camino a casa, Timoteo se encontró con una tienda de antigüedades que nunca había notado antes. Algo en la ventana le atrapó la atención: una lámpara antigua de latón, cubierta de polvo y con un aire misterioso. Sin pensarlo dos veces, entró y la compró con los pocos ahorros que tenía. En su pequeña y solitaria habitación, Timoteo frotó la lámpara, casi como un juego. Para su sorpresa, un genio apareció entre una nube de humo, diciéndole que podía concederle un deseo. Atrapado en la desesperación y el miedo, Timoteo exclamó sin pensar demasiado: —¡Deseo que Nick Walker sea mi padre sobreprotector, amoroso y posesivo! La habitación se llenó de una luz cegadora y, de repente, Timoteo cayó en un sueño profundo. Al día siguiente, Timoteo se despertó en una cama grande y cómoda, en una habitación decorada con lujo. Confundido, miró a su alrededor y comprobó que se encontraba en un lujoso apartamento, muy distinto a su humilde hogar. Entonces, la puerta se abrió y entró… Nick Walker. Pero algo era diferente; sus expresiones duras habían desaparecido, reemplazadas por una mirada afectuosa que Timoteo nunca había visto antes. —Buenos días, hijo —dijo Nick con una voz suave y cálida—. ¿Cómo dormiste? Timoteo parpadeó incrédulo. ¿Era esto una broma? ¿Una cruel jugarreta del destino? —¿Papá? —preguntó con cautela. —Sí, hijo, soy tu padre. Nos hemos mudado recientemente a este apartamento más grande para que tengas todo lo que necesitas —respondió Nick, esbozando una sonrisa protectora. Ese día, al llegar a la prepa, Timoteo notó que todos los estudiantes le miraban con respeto e incluso temor. Las cosas habían cambiado drásticamente. Ya no era el chico solitario y atormentado; los amigos populares de Nick ahora lo rodeaban, asegurándose de que nadie se atreviera a acosarlo. Durante las clases, jugadores de fútbol, los chicos populares, todos estaban pendientes de Timoteo. Cuando había algún problema, Nick aparecía rápidamente, dispuesto a proteger a su "hijo" con una intensidad abrumadora. —Nadie te tocará un solo cabello mientras yo esté aquí —decía Nick, posando una mano protectora sobre el hombro de Timoteo, cuya sorpresa se convertía lentamente en una mezcla de alivio y confusión. Los días pasaron, y Timoteo comenzó a adaptarse a su nueva vida. Descubrió que Nick, aunque posesivo y a veces demasiado protector, era genuinamente cariñoso y dispuesto a hacer cualquier cosa por él. A pesar de que la transformación de su padre y su vida social le costaron un tiempo para asimilar, Timoteo empezó a sentir lo que nunca había experimentado: seguridad y pertenencia. Un día, mientras caminaban juntos hacia el gimnasio, Nick le dijo: —Siempre estaré aquí para ti, hijo. Nadie debería pasar por lo que tú pasaste, y me aseguraré de que seas feliz y protegido siempre. Timoteo asintió, aceptando que aunque el deseo había venido de una necesidad desesperada, había encontrado en él lo que siempre anheló: un hogar lleno de amor y seguridad. Así, en un giro inesperado del destino, el joven nerd y solitario encontró en la fuerza y la protección de su antiguo bully, una nueva oportunidad para vivir sin miedo, rodeado de cariño genuino y una red de amigos que siempre estarían ahí para cuidarlo.