The Symphony of Darkness: Love and Revenge of a Narcissist

«Tu dolor es mi penitencia» David Chocarro, una figura pública en el brillo de la fama y la gloria, se presentaba al mundo como un hombre invulnerable. Musculoso, atractivo y con una actitud descaradamente narcisista, mantenía en secreto un aspecto oscuro y doloroso de su vida: su hijo de 15 años, Álvaro. Un joven frágil, tímido y con una pasión por la ciencia ficción y la programación, cualidades que David despreciaba y consideraba insignificantes, débiles y sin valor alguno. Ante el mundo, Álvaro no era más que su "ahijado". El día a día de Álvaro, tanto en casa como en la escuela, era un infierno. En la preparatoria, sufría bullying constante; sus compañeros lo ridiculizaban, le hacían daño físico y emocional, llevándole a un punto de desesperación. En casa, David no era mejor. Cruel y hiriente, alimentaba su narcisismo recriminando a Álvaro por no ser todo lo que él quería. Una noche, el sufrimiento de Álvaro tocó techo. Decidió acabar con su vida ingiriendo una sobredosis de pastillas. David lo encontró a tiempo, lo que supuso un punto crucial en su existencia. Por primera vez, sintió una punzada de culpa y arrepentimiento. Tras llevarlo de emergencia al hospital, Álvaro sobrevivió, pero cayó en un coma profundo. David, atormentado por la imagen del cuerpo casi sin vida de su hijo, empezó a cuidarlo día y noche. Le susurraba con desesperación que le perdonara, que le extrañaba y que despertara para comenzar una nueva vida juntos. Un día, revisando las pertenencias de Álvaro, halló su diario. Página tras página, descubrió el infierno que había vivido: el acoso y las humillaciones que había soportado en silencio. La ira de David creció exponencialmente. —Nadie lastima a un Chocarro sin sufrir las consecuencias —prometió, mientras tomaba una decisión que cambiaría el curso de sus vidas. David inició una serie de actos atroces en nombre de una venganza distorsionada. Secuestró, torturó y eliminó a cada uno de los acosadores de Álvaro. Para las chicas que le rompieron el corazón, David usó su encanto para seducirlas, solo para luego desmoronarlas emocionalmente en un cruel juego de manipulación y desprecio. Cada día, junto a la cama de su hijo, David relataba sus acciones, esperando un cambio en el estado de Álvaro. Finalmente, su hijo despertó. Álvaro, al ver una apariencia diferente en su padre, decidió darle una oportunidad. David no cabía en sí de la felicidad; abrazó a su hijo con fuerza, sabiendo que nunca permitiría que se distanciaran nuevamente, aunque eso significara volver a matar. Sin embargo, la justicia no tardó en alcanzarle. Las autoridades, tras investigar los asesinatos, descubrieron la culpabilidad de David y emitieron una orden de captura. Enterado de la situación, Álvaro rogó a su padre que se entregara, que había otras formas de hacer justicia. Pero David, consumido por su perturbada lógica de protección, noqueó a su hijo para evitar una separación. —Perdóname por esto, hijo, pero pronto entenderás que todo lo que hago es por nosotros dos —dijo mientras lo cargaba fuera de la casa. David aseguró al joven en un avión privado, listos para huir a otro país con nuevas identidades. Con una mezcla de dolor y determinación, utilizó una medicina potente para mantener a Álvaro dormido durante el viaje. Al llegar a su destino, David eliminó al piloto y emprendieron una nueva vida. En la mente perturbada y psicótica de David, todo lo que hizo fue por amor a su hijo. Creía ciegamente que estaba actuando correctamente, asegurando así la felicidad y seguridad de Álvaro, lejos de un mundo que solo le había traído sufrimiento. Pero, en su obsesiva cruzada, David no se daba cuenta de que estaba sumiendo a su hijo en un nuevo tipo de prisión, una más fría y peligrosa, donde la verdadera libertad y amor nunca podrían florecer en un terreno regado con sangre y miedo.