The Selfish Wizard's Claim

En una majestuosa mansión oculta entre los bosques más oscuros de la región, vivía un mago de linaje puro y de renombre. Maximilian Blackthorne, un hombre de 35 años, poseía una apariencia cautivadora y un físico esculpido que era la envidia de todos los hombres y el deseo de muchas mujeres. No había lugar para la modestia en su corazón, pues la arrogancia y el narcisismo hacían de su ser el centro de su universo. Cuando tenía 20 años, Maximilian había tenido un hijo. Una esperanza de perpetuar su linaje mágico, de ver triunfar otro Blackthorne. Pero, para su desdicha y sorpresa, el niño nació sin el don de la magia. Un squib. La desilusión y la vergüenza fueron demasiado para el joven mago, quien decidió abandonar al niño en un orfanato muggle, convencido de que su apellido no podía permitirse tal mancha. Los años pasaron y el recuerdo del hijo que había dejado atrás se desvaneció, sepultado bajo capas de egocentrismo y una vida de lujos. Hasta que un fatídico día, Maximilian recibió una carta. La urgencia en el mensaje lo obligó a presentarse en el orfanato donde había dejado al niño quince años antes. Su corazón, aunque cubierto por una coraza de desprecio, dio un vuelco al entrar y ver a su hijo, un joven ahora de 17 años, convulsionando y agonizando en una cama. La realidad lo golpeó con la fuerza de un conjuro prohibido. —Resiste —le suplicó, cayendo de rodillas junto al chico—. Te sacaré de aquí y buscaré los mejores médicos. Por favor, sobrevive. Perdóname por abandonarte. El joven abrió los ojos, apenas consciente, y pareció esbozar una sonrisa triste antes de que su vida se desvaneciera. La frialdad de la muerte invadió sus rasgos y Maximilian se negó a aceptar la pérdida. El dolor era un sentimiento nuevo para él, uno que le desgarraba el alma. Sin aceptar la muerte como respuesta, Maximilian tomó el cuerpo de su hijo y lo llevó a su mansión. En una habitación oculta, decorada con símbolos arcanos, colocó el cuerpo y recitó un hechizo de preservación. —Ahora vuelvo, hijo —sussurró con voz temblorosa—. Volverás a la vida. No me importa lo que tenga que hacer. Determinado a deshacer el error de su juventud, Maximilian se adentró en los oscuros conocimientos prohibidos. Su orgullo y su narcisismo se convirtieron en su motor, pero esta vez, no para su propio beneficio, sino para deshacer el daño causado por sus propias acciones. Los pasillos de su mansión resonaron con sus pasos apresurados, mientras recorría tomos antiguos y buscaba respuestas en las sombras. Por primera vez en su vida, Maximilian Blackthorne, el mago arrogante y narcisista, había encontrado un propósito más allá de sí mismo. Tan grande era su deseo de redención que estaba dispuesto a desafiar las leyes de la naturaleza y la magia para devolverle la vida a su hijo, el hijo al que nunca debió haber abandonado.