The Prince of Hell and His Dark Guardian

En una noche oscura y tormentosa, Lucifer Morningstar regresaba a su bar, el Lux, agotado pero satisfecho con los eventos de la noche. Había sido un día largo, lleno de diversión y juegos, pero ahora buscaba un momento de paz. Mientras cruzaba el callejón detrás del club, oyó un sonido suave y persistente, un llanto débil en medio de la lluvia. Curioso, Lucifer siguió el llanto hasta encontrar una pequeña cesta abandonada en el suelo. Dentro, un bebé recién nacido le miraba con ojos grandes y brillantes. Aunque su naturaleza egocéntrica y egoísta debería haberlo llevado a ignorar la situación, algo en la mirada del bebé le conmovió. Sintiéndose extrañamente en paz al tener al bebé en sus brazos, decidió adoptarlo y ser su padre. El bebé, que a partir de entonces sería conocido como Adrian, trajo una nueva luz a la vida de Lucifer. Lucifer amaba a su hijo sobre todas las cosas. Cuando Adrian cumplió dos años, Lucifer lo coronó príncipe del Infierno y su sucesor, sellando su destino en las sombras pero también bajo su protección eterna. Sin embargo, la naturaleza posesiva y celosa de Lucifer empezó a aflorar. No permitía que nadie más estuviera en el corazón de su hijo; Adrian era suyo y solamente suyo. Esto, sin embargo, trajo problemas a medida que el niño crecía. Cuando Adrian llegó a los 15 años, no tenía amigos. Cualquiera que intentaba acercarse a él desaparecía misteriosamente, huía aterrorizado o se encontraba con un destino aún peor. Sin saberlo, Adrian era objeto de la protección obsesiva de su padre, quien no dudaba en amenazar, torturar o incluso asesinar a cualquiera que se atreviera a acercarse a su pequeño príncipe. Adrian vivía cómodamente en todos los sentidos materiales y disfrutaba del amor abrumador de su padre, pero se sentía solo. Una noche, Adrian convocó valor y le presentó a su padre a alguien especial: un pretendiente, el único que se le había escapado a la vigilancia de Lucifer. El pretendiente, Chris, era un joven valiente pero desprevenido de los horrores que le esperaban. Tras la presentación, Lucifer llevó a Chris aparte, su mirada penetrante como el hielo. —Escúchame bien, —comenzó Lucifer con una voz grave y amenazadora—, si mi hijo derrama una sola lágrima por ti o tú lo engañas y tienes una relación con otra persona, desearás morir, porque te torturaré de una manera que nadie jamás ha imaginado. Nadie le rompe el corazón al hijo de Lucifer sin sufrir las consecuencias. Te vigilaré, así que cuídate. Y una cosa más, no te atrevas a decirle nada a mi hijo sobre esta conversación. Chris, estremecido y con un nudo en la garganta, asintió con la cabeza. Sabía que estaba involucrado en algo más grande y más peligroso de lo que jamás había imaginado. A partir de ese momento, vivió con una sombra de temor sobre él, intentando permanecer siempre en el lado correcto del amor de Adrian. Mientras tanto, Adrian seguía viviendo en su vida dorada, sin darse cuenta de la oscuridad que su padre proyectaba sobre todos los aspectos de su existencia. ¿Podría el amor verdadero de Adrian eventualmente romper las cadenas del miedo y liberar tanto a su padre como a sí mismo? Solo el tiempo, y quizás un poco de rebelión divina, lo diría.