The Pride Resurrection: A Bloody Magic

En los oscuros confines de una antigua mansión ubicada en las afueras de Londres, vivía Desmond Blackthorne, un mago de gran renombre y respetado por su poder y su atractivo. Con sus ojos azules gélidos, su mandíbula marcada y su atlético físico, no era extraño que muchos lo envidiaran tanto como lo admiraban. Sin embargo, su corazón estaba dominado por un ego gigantesco y una vanidad que únicamente se conferían a los magos de sangre pura. A sus 35 años, había logrado grandes hazañas, pero una sombra del pasado amenazaba con devorar su alma. Quince años antes, a la edad de 20 años, Desmond había tomado una decisión que ahora perturbaba su consciencia. Su hijo, Callum, había nacido sin magia, un squib, una afrenta insoportable para la orgullosa dinastía Blackthorne. Abandonarlo en un orfanato muggle le pareció la única opción para evitar la deshonra de su apellido. Nunca permitió más espacio en su corazón para ese niño, ni en su consciencia, donde reemplazó los recuerdos con constantes recordatorios de su poder y grandeza. Pasaron los años y Desmond continuaba disfrutando de los frutos de su poder y su estatus. Una mañana, mientras estudiaba antiguos manuscritos en su biblioteca, un búho dejó caer una carta sobre su escritorio. El remitente era el orfanato muggle donde había dejado a su hijo tantos años antes. A regañadientes y con desdén, rompió el sello de la carta y comenzó a leer: "Señor Blackthorne, su presencia es requerida de inmediato. Es urgente. Se trata de su hijo, Callum." Sintiéndose inicialmente inquieto, Desmond decidió acudir al orfanato, movido más por la curiosidad que por la preocupación genuina. Al llegar al orfanato, lo recibió la directora, una mujer mayor de rostro severo y mirada cansada. Sin mediar palabras, lo condujo hasta una pequeña sala donde un joven yacía en una camilla, convulsionando y agonizando. El brillo de sus ojos estaba apagado y su piel, pálida y cubierta de sudor, mostraba el signo de la inminente muerte. Un estremecimiento recorrió el cuerpo de Desmond al ver a Callum, su hijo que, a pesar del tiempo, no había logrado borrar completamente de su mente. Se acercó tembloroso, y por primera vez en años, sintió cómo el hielo en su corazón comenzaba a derretirse. - "Callum... hijo... resiste, te sacaré de aquí. Buscaré los mejores médicos para que no mueras, te lo prometo. Por favor, resiste, perdóname por abandonarte...", dijo con voz quebrada mientras sostenía su frágil mano. Pero fue inútil. Frente a sus ojos, la vida de Callum se desvaneció como niebla con el primer rayo de sol. Una amargura extrema invadió a Desmond, y no pudo aceptar la pérdida. Con una resolución férrea, tomó el cuerpo sin vida de su hijo en sus brazos y desaparató de allí, apareciendo en su mansión. Con pasos rápidos y la mente nublada por el dolor, Desmond se dirigió a una habitación que se encontraba en el ala más aislada de la mansión. Colocó a Callum sobre una cama adornada con cortinas de terciopelo negro y pronunció un hechizo de preservación del cuerpo, susurrando palabras arcanas con desesperación. - "Ahora vuelvo, hijo. Te levantarás y vivirás. No me importa lo que tenga que hacer", prometió con una determinación inquebrantable. Desde entonces, Desmond abandonó todas sus vanidades y su vida de opulencia, sumergiéndose en profundos estudios de magia oscura y rituales prohibidos. Su única meta era devolverle la vida a Callum, sin importar el precio a pagar, consumido por un remordimiento que nunca antes había sabido que podía sentir. La mansión Blackthorne, que alguna vez fue símbolo de orgullo y ego, se convirtió en un lugar de luto y sombras, donde un hombre pagaba el precio de su arrogancia con cada día de incansable esfuerzo y culpa.