"The Nerd's Desire: An Iron Father"

Era una mañana como cualquier otra en la exclusiva preparatoria para hijos de ricos. David, un joven de 14 años, inteligente pero de complexión débil y con unas gruesas gafas que le recorrían la cara, caminaba hacia su próxima clase con la cabeza gacha. Habiendo perdido a sus padres a temprana edad, David había sido admitido a esa escuela gracias a una beca académica, pero este privilegio no venía sin sus desventajas. El principal tormento de David era Nick Walker, un hombre de 30 años que trabajaba como entrenador en el gimnasio de la escuela. Nick, con su musculatura intimidante y atractivo imponente, disfrutaba haciendo la vida imposible a David. Aquella mañana, David había vuelto a ser objeto de humillación frente a todos. Con lágrimas en los ojos y el corazón apesadumbrado, decidió tomar un camino distinto al regresar a casa. En su camino, David se topó con una tienda de antigüedades que nunca había notado antes. En el escaparate, una vieja lámpara de aceite atrajo su atención. Sintiendo un impulso inexplicable, entró y la compró con el poco dinero que tenía. “Quizás trae suerte”, se dijo a sí mismo, tratando de animarse. Esa noche, en la soledad de su modesta habitación, David limpió la lámpara, y al hacerlo, una nube de humo surgió de ella. Cuando el humo se disipó, frente a él apareció un genio impresionante, que le ofreció un deseo. David, abrumado por la emoción y el deseo de cambiar su vida, pronunció: “Deseo que Nick Walker sea mi padre sobreprotector, amoroso y posesivo”. Al día siguiente, David despertó en una cama que no era la suya. Al abrir los ojos, se encontró en una amplia y lujosa habitación, decorada con muebles elegantes y gadgets de última tecnología. Desconcertado, se levantó y salió al pasillo, solo para toparse con Nick Walker. Pero algo en Nick había cambiado; lo miraba con ojos llenos de amor y cariño. “Buenos días, campeón,” le dijo Nick, mientras esbozaba una sonrisa cálida. “El desayuno ya está listo. No quiero que te falte nada, hijo”. David no podía creer lo que oía. El deseo se había hecho realidad. Al llegar a la escuela, la noticia de que Nick Walker, reconocido por su trato frío y autoritario, ahora era sobreprotector y dedicado a su “hijo” David, se difundió rápidamente. Los antiguos bullies de David ahora lo miraban con temor y respeto, sabiendo que cualquier ofensa hacia él sería respondida con la furia protectora de Nick. A pesar de las sorpresas y adaptaciones, David aprendió a sacar lo mejor de su nueva vida. Nick, que antes era su torturador, se convertía día a día en el padre amoroso que nunca había tenido. Aunque la relación comenzó de forma excepcional, con el tiempo ambos llegaron a conocerse y valorar las virtudes y defectos del otro. David seguía manteniendo a sus dos mejores amigos, quienes estaban encantados de ver que por fin tenía paz y seguridad en su vida. Las tardes se llenaban de risas y juegos en la enorme mansión, y Nick, aunque no dejaba de ser posesivo y sobreprotector, siempre estaba dispuesto a hacer lo que fuera por el bienestar de su "hijo”. El cambio fue una lección para todos. David encontró en el ex-fisiculturista un apoyo invaluable; Nick, a su vez, descubrió en David una razón para mejorar y ablandar su corazón. Si algo quedó claro, era que el amor y la comprensión podían surgir en los lugares más inesperados, y que las adversidades a veces solo son el comienzo de un cambio profundo y positivo.