"The Lord of the Skies"

En una imponente mansión rodeada de frondosos árboles, Aurelio Casillas observaba desde una ventana a sus hombres, comandados por su fiel mano derecha. Esta noche estaba inquieto; aunque su emporio criminal prosperaba, había una sombra constante que lo atormentaba, un vacío que ni todo el dinero y poder podían llenar. Se trataba de su hermano menor, el joven al que una vez llamaba "mi pequeño rayo de luz". Aurelio y su hermano, Carlos, habían sido inseparables durante su infancia. Mientras Aurelio imponía respeto y fuerza, Carlos irradiaba una bondad y sencillez que contrastaba con el mundo oscuro en el que Aurelio se sumergía. Carlos siempre había sido su debilidad, la única persona que podía desarmarlo con una sola mirada o palabra. Los caminos de ambos se bifurcaron cuando Aurelio decidió integrar el negocio del narcotráfico. Pese a las súplicas de su hermano para que dejara ese mundo peligroso, Aurelio siguió adelante, buscando poder y una vida lujosa. Descorazonado por la transformación de su hermano, Carlos se apartó, dejando una carta en la que dejaba en claro su decisión de alejarse de la violencia y la muerte. Aurelio, consumido por la ira y el sentimiento de traición, quemó todas las fotos de su hermano salvo una, en la que aparecían abrazados, un recordatorio de tiempos mejores. Los años pasaron y Aurelio siguió escalando en el mundo del narcotráfico, mientras Carlos hallaba consuelo en una vida simple y en su esposa, Mónica, ahora una senadora comprometida con la justicia y la verdad. La vida dio un giro inesperado cuando Mónica se convirtió en un obstáculo para los negocios de Aurelio. Siguiendo órdenes de su patrón, los hombres de Aurelio la capturaron. Cuando Carlos se enteró del secuestro de su amada, no dudó en irrumpir en la hacienda de su hermano, dispuesto a arriesgarlo todo por ella. Aurelio se encontraba en su oficina cuando le anunciaron que alguien había irrumpido en la hacienda. Furioso, salió con su arma en mano solo para quedarse paralizado al ver a Carlos frente a él. Las emociones chocaron en su interior; amor, ira, resentimiento y culpa se mezclaron en su pecho. Carlos, con la voz firme pero con el rostro lleno de tristeza, le suplicó: "Aurelio, a ella déjala ir. Si quieres matar a alguien, que sea a mí. Pero deja a mi esposa, es inocente". Las palabras de Carlos perforaron el corazón de Aurelio, desconcertándolo. Dio la orden de llevar a Mónica adentro y se lanzó contra su hermano, golpeándolo con rabia, pero entremezclando cada golpe con palabras llenas de dolor y amor reprimido. "¿Cómo te atreves a presentarte ante mí después de que me abandonaras?", gritaba Aurelio mientras Carlos recibía los golpes con resignación. "Yo te amaba, ¡mi pequeño rayo de luz! ¿Por qué me dejaste?". Carlos, debilitado y sangrando, susurró: "Yo siempre te querré, hermano. Me fui porque no soportaba ver en qué te habías convertido. No podía ver a mi amado hermano cavando una tumba con cada acto de violencia". En un arrebato de ira y frustración, Aurelio disparó su pistola, hiriendo gravemente a Carlos. Al ver a su hermano en un charco de sangre, Aurelio se desplomó por el remordimiento. "¿Qué he hecho?", murmuraba frenético mientras llamaba a sus hombres para traer un médico. Carlos fue llevado a una habitación, donde el médico extrajo la bala y recetó el tratamiento necesario para su recuperación. Mónica, que había escapado de su confinamiento, entró desesperada en la habitación, encontrando a su esposo herido. Se arrodilló a su lado, sosteniendo su mano y susurrando palabras de aliento. Aurelio, viendo la devoción de Mónica, decidió perdonarla. "Te perdono la vida porque eres la esposa de mi hermano. Pero debes dejar la política y ser la esposa que él se merece. Tu lugar está en el hogar, con tu familia", le ordenó con severidad. Acto seguido, Aurelio se acercó a Carlos, lo abrazó posesivamente y le susurró: "No permitiré que me dejes de nuevo. Eres mío y siempre lo serás. Vivirás aquí conmigo, junto a tu esposa. Me aseguraré de que nunca nos separemos otra vez". Carlos, débil y adolorido, cerró los ojos mientras su hermano le prometía cuidar de él. Ambos volvieron a estar juntos, pero la realidad de su relación pendía de un hilo entre el amor y la tiranía. En ese momento, Aurelio sentía que su vida volvía a tener sentido, teniendo a su "pequeño rayo de luz" nuevamente a su lado. Sin embargo, la esperanza de Carlos de que su hermano cambiara y abandonara el mundo de crimen se volvía aún más una utopía, sumida en la oscuridad del poder y la violencia que Aurelio había elegido.