"The Last Echo of Forgiveness"

Era una tarde gris de octubre cuando Evan, un adolescente de 16 años con gafas enormes y un libro de matemáticas bajo el brazo, caminaba por los pasillos de la preparatoria. El eco de las risas y comentarios burlones de sus compañeros de clase lo acompañaba siempre como una sombra. Pero lo peor de todo era el propio acosador de Evan: su padre. Nick Walker, el entrenador de gimnasio, era un hombre de 30 años, atractivo, musculoso, ególatra y narcisista. Nick nunca había mostrado el más mínimo signo de afecto hacia Evan. Detestaba la debilidad y se negaba a aceptar que alguien tan frágil y débil llevara su sangre. Los jugadores de fútbol americano, bajo la influencia de su entrenador, también se convertían en verdugos para Evan. Evan sufría de una afección cardíaca, un secreto que mantenía en la más estricta confidencialidad. Nick, por su parte, ni siquiera lo sospechaba. Un día, a Nick se le ocurrió una idea maliciosa para hacer sufrir más a su hijo. Descubrió que Evan estaba enamorado de Julia, una hermosa chica de 17 años que recientemente había mostrado interés en él. Nick le propuso a Julia un trato: si ella enamoraba y jugaba con los sentimientos de Evan durante tres meses, él tendría una cita con ella y, potencialmente, una relación. Julia aceptó el trato sin pensarlo dos veces y comenzó a prestarle atención a Evan, quien no tardó en caer en la trampa. Empezó a creer que finalmente algo bueno estaba pasando en su vida. Pero un día, cuando Evan regresó a casa antes de tiempo, escuchó unos ruidos extraños provenientes del dormitorio de su padre. Era Julia y Nick en una escena íntima. Evan, destrozado, quedó en shock y su corazón no pudo soportar la traición. Cayó al suelo sufriendo un fuerte infarto. Nick, al ver que Evan no respondía, entró en pánico y lo llevó al hospital. Allí, los médicos lo trasladaron a cuidados intensivos y le informaron a Nick que el corazón de Evan era muy débil. Por primera vez en su vida, Nick sintió un profundo remordimiento y culpa. Entró a la habitación donde yacía su hijo y, con lágrimas en los ojos, lo vio postrado, luchando por su vida. Evan, con voz entrecortada, le dijo: "Sé que moriré muy pronto, acepto mi destino. Tú me hiciste mucho daño, pero no quiero irme con odio en mi corazón. Te perdono, Nick Walker." Luego de estas palabras, Evan cerró los ojos y murió. Nick, devastado, abrazó el cuerpo sin vida de su hijo, llorando desconsoladamente. Las consecuencias de sus acciones habían cobrado su precio más alto. Fue despedido de la preparatoria y nadie quiso contratarlo otra vez. Poco a poco, Nick perdió la razón, imaginando que Evan seguía vivo, haciendo actividades juntos. Eventualmente, fue internado en un manicomio y después de seis largos meses, salió y se acercó a la tumba de su hijo. Allí, lleno de dolor y desesperación, dijo: "Haría cualquier cosa para que estés vivo, no me importaría vender mi alma." En ese momento, apareció un demonio y le dijo: "¿Haría lo que ofreces? Yo puedo concederte lo que dices." Nick, sin pensarlo, aceptó el trato y el tiempo retrocedió un mes antes de la muerte de Evan. Nick, al ver a su hijo con vida en su cama, sintió una inmensa alegría y determinación. Esta vez haría las cosas bien. Determinado a proteger a su hijo, hizo que Julia dejara de fingir su interés en Evan. Para evitar que Julia revelara su nombre, puso a uno de los jugadores de fútbol como el culpable. Su plan funcionó y Nick se acercó a Evan, mostrándole un cariño y preocupación inusitados. Evan, sorprendido y desconcertado, no entendía los cambios en su padre. Por primera vez en su vida, Nick buscaba el bienestar de su hijo y buscaba pasar tiempo con él. Haría cualquier cosa para ganarse su amor y asegurarse de que Evan viviera una vida larga y feliz.