"The Heart King"

En la ciudad de Neón Valley, donde las luces de los gimnasios brillaban intensamente, vivía Nick Walker. A los 30 años, era el epítome de la apariencia física: atractivo, musculoso, y con un ego tan sólido como sus bíceps. En la superficie, Nick parecía tenerlo todo, pero las sombras siempre acechaban más allá de las luces deslumbrantes. Muy pocos sabían que Nick tenía un hijo de 14 años, Alex, a quien consideraba su mayor vergüenza. Alex era todo lo contrario a su padre. Frágil, de apariencia nerd y socialmente mal aceptado, sufría el maltrato constante de Nick, tanto en casa como en la prestigiosa preparatoria donde Nick era entrenador. Alex, a pesar de soportar la humillación diaria, ocultaba un secreto aún más doloroso: necesitaba urgentemente un trasplante de corazón. La enfermedad era un monstruo silencioso que devoraba su vida poco a poco. Un día, durante una clase de gimnasia, Nick una vez más se ensañó con Alex delante de sus compañeros. Desesperado y al borde del colapso, Alex gritó: "¡Me iré de este infierno, no puedo seguir conviviendo con monstruos!". Nick, enfurecido por la insubordinación, comenzó a golpearlo brutalmente. En medio de la paliza, Alex se desplomó y quedó inmóvil. Ante la visión de su hijo yaciendo inconsciente, Nick sintió por primera vez una punzada de culpa y remordimiento. Nick llevó apresuradamente a Alex al hospital, donde los médicos le informaron sobre la enfermedad cardíaca y la necesidad urgente de un trasplante. La situación de Alex era tan crítica que los médicos quisieron desconectarlo de los aparatos que lo mantenían vivo. Desesperado y decidido, Nick se negó rotundamente. En casa, Nick se encargó de todo lo necesario para que Alex estuviera atendido. Contrató una enfermera y un cirujano experto en trasplantes clandestinos. Una noche, Nick se sentó al lado de Alex, lo abrazó y susurró: "Perdóname, hijo. Lamento haberte hecho tanto daño. No permitiré que mueras. Descansa. Papá buscará un corazón para ti". Así, Nick comenzó una campaña nocturna de terror. Se convirtió en el "Rey de Corazones", un asesino en serie que acechaba a jóvenes saludables y deportistas, buscando el corazón perfecto para su hijo. Los crímenes eran metódicos y precisos, y aunque el cirujano quería huir de esa espiral de locura, sabía de lo que Nick era capaz. Con cada asesinato, Nick se sumergía más en su propia oscuridad, justificado por su propósito desesperado de salvar a su hijo. La policía y la comunidad estaban perplejos, sin poder identificar al asesino que cambiaba radicalmente la vida de la ciudad. Una noche, mientras Nick revisaba un potencial "donante", en una confrontación inesperada, la policía intervino sin darse cuenta de la verdadera identidad del "Rey de Corazones". Nick, en un último acto desesperado, se enfrentó a ellos. En el caos, el cirujano aprovechó para escapar y delató a Nick, revelando la verdad sobre su obsesión mortal. Alex, aún en coma, no era consciente del infierno que su padre había desatado para salvarlo. Nick fue arrestado, y la noticia de sus macabros métodos resonó en toda Neón Valley. El juicio fue un espectáculo mediático, y Nick se convirtió en un símbolo de hasta dónde puede llegar la desesperación y el amor mal entendido. Finalmente, Alex despertó del coma, pero no había ningún corazón esperando por él. La revelación de los crímenes de su padre lo dejó devastado, pero también con un propósito renovado: convertirse en alguien que rechazara la violencia y el odio con el que había sido criado. Nick pasó el resto de sus días en prisión, lidiando con los fantasmas de sus decisiones. Mientras tanto, Alex se convirtió en un defensor de quienes, como él, eran maltratados y olvidados, decidido a nunca dejar que nadie más cayera en la oscuridad en la que su padre había sucumbido. La historia de Neón Valley se convirtió en una advertencia eterna: el verdadero poder radica no en la fuerza física, sino en la capacidad de amar y proteger sin destruir lo que más se aprecia en el proceso.