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Question: Escriba una historia en la que un mago atractivo, musculoso,egolatra y narcisista sangre pura de 35 años, haya entregado a un orfanato muggle a su hijo de 2 años cuando el tenia 20 años por haber nacido squib o sea no nacer con magia, este mago lo hizo porque nunca permitiria que su apellido quedada enlolado, pasan los años y a este mago le envian una carta diciendole que debe presentarse en el orfanato y al entrar y ver a su hijo convulsionando y agonizando se arrepiente de haberlo abandonado, en ese momento el mago se acerca y le dice resiste te sacare de aqui y buscare los mejores medicos para que no mueras por favor resiste perdoname por abandonarte y en ese momento el joven muere, el mago no acepta la perdida se lleva el cuerpo y lo lleva a su mansion, en una habitacion pone el cuerpo y con magia aplica un hechizo de preservacion del cuerpo y le dice ahora vengo hijo, te levantaras y viviras no me importa lo que tenga que hacer.Una noche se presento el fantasma del joven y le dijo: dejame descansar padre, ya estoy muerto, hiciste mucho daño, no peturbes mas mi sueño lo que estas intentando hacer va en contra de la naturaleza, el mago respondio al fin tengo mi ultimo ingrediente para que vivas, perdon por esto hijo y por medio de una botella encantada el mago capturo y encerro el fantasma del joven.Ahora hijo ya encontre la manera para que vivas debo sacrificar una vida y ofrecerla para que revivas, y la victima la tengo encerrada en el sotano, use mi carisma para seducirla y capturarla, horas despues el mago realizo ese sacrificio humano y el joven revivio, el mago para asegurarse que el joven nunca lo rechace altero sus recuerdos, el no perderia a su hijo nuevamente.
En una lujosa mansión situada en la cima de una colina oscura y sombría, vivía un mago de sangre pura llamado Alistair Blackwood. A los 35 años, Alistair era conocido no solo por su increíble habilidad mágica, sino también por su atractivo físico musculoso, un ego del tamaño de un castillo y un narcisismo sin igual. Cada vez que se miraba en el espejo, recordaba una y otra vez por qué el apellido Blackwood debía ser preservado sin manchas ni imperfecciones. Para Alistair, la pureza de la sangre mágica lo era todo. Quince años atrás, un suceso sacudió su vida y su reputación. A los 20 años, Alistair tuvo un hijo llamado Lucian, un niño que no reflejaba la magia ni la perfección que él tanto valoraba. Lucian nació sin magia, un squib en la jerga de los magos. Incapaz de soportar el deshonor de criar a un hijo no mágico, Alistair había abandonado al pequeño en un orfanato muggle, decidido a cortar todo lazo que pudiera empañar su valiosa reputación. Los años se sucedieron, y Alistair apenas pensaba en Lucian. Hasta el día en que una extraña carta, acompañada de una urgencia apremiante, llegó a la mansión Blackwood. El orfanato insistía en que se presentara allí de inmediato. Intrigado y algo molesto, el mago accedió. Al entrar al orfanato, el ambiente frío y ajeno le resultaba incómodo. Guiado por una de las trabajadoras del lugar, llegó a una habitación donde encontró a un joven convulsionando violentamente sobre una cama simple y gastada. Era Lucian. El horror y el arrepentimiento lo atacaron con furia cuando vio el rostro pálido y agonizante de su hijo. "¡Resiste, te sacaré de aquí! ¡Buscaré los mejores médicos para que no mueras, por favor, resiste! Perdóname por abandonarte, por favor, no te vayas", suplicó Alistair con una desesperación que nunca antes había sentido. Era demasiado tarde. Lucian exhaló su último suspiro, su cuerpo convulso quedó inmóvil. La terrible realidad de su muerte se hundió en el corazón endurecido de Alistair, quien, sin aceptar la pérdida, tomó el cuerpo de su hijo y lo llevó de vuelta a la mansión. En su hogar, depositó el cuerpo de Lucian en una habitación especialmente preparada para tal fin. Con magia oscura que había perfeccionado a lo largo de los años, aplicó un hechizo de preservación para mantener intacto el cuerpo de su hijo. "Ahora vengo, hijo. Te levantarás y vivirás, no me importa lo que tenga que hacer", juró con determinación. Una noche, mientras se sumía en sus planes macabros, el fantasma de Lucian apareció ante él. La pálida y tranquila figura de su hijo provocó un estremecimiento en Alistair. "Déjame descansar, padre. Ya estoy muerto. Hiciste mucho daño; no perturbes más mi sueño, lo que estás intentando hacer va en contra de la naturaleza", pidió el espíritu con una voz que resonaba con tristeza y resignación. El mago, sin embargo, no podía aceptar la derrota, no después de haberse convencido de que su linaje merecía continuidad. "Al fin he conseguido el último ingrediente para que vivas. Perdón por esto, hijo. Tú debes volver", dijo Alistair, y con una botella encantada, capturó y encerró el fantasma de Lucian. "Ahora hijo, ya encontré la manera para que vivas. Debo sacrificar una vida y ofrecerla para que revivas, y la víctima la tengo encerrada en el sótano. Usé mi carisma para seducirla y capturarla", murmuró mientras se encaminaba hacia la mazmorra improvisada en la mansión. Horas después, en un ritual oscuro y siniestro, Alistair realizó el sacrificio humano. La sangre fluyó, y la magia antigua obedeció. Lucian, ahora vivo, se levantó con una respiración fuerte y la piel cálida. Pero no sería el mismo; Alistair no estaba dispuesto a arriesgar perder a su hijo una vez más. Usando sus poderes para alterar los recuerdos de Lucian, se aseguró de que el joven nunca lo rechazara, distorsionando su pasado y sellando su lealtad. El mago, satisfecho, se complació en haber recuperado a su hijo; aunque el precio pagado iba más allá de la moral y torcía las mismas leyes de la naturaleza. En el corazón de la mansión Blackwood, la vida revivida de Lucian continuaría, pero en la sombra de un padre cuyo amor insano había oscurecido cualquier vestigio de humanidad que quedara en él.
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