The Echo of Silence: Seth Gamble and His Son's Tragicomedy

Había una vez un hombre llamado Seth Gamble, un afamado actor porno de 37 años. A sus 20 años, Seth era un joven atractivo y musculoso que se había ganado la atención de muchas personas por su apariencia arrolladora y su habilidad en el oficio. Pero junto con su atractivo físico venía un carácter marcado por el narcisismo y una obsesión por su carrera. Cuando tuvo un hijo con una mujer, las responsabilidades de la paternidad no figuraban en su plan de vida. La mujer, por sus propias razones, abandonó al recién nacido, dejándolo solo con Seth. Al ver al bebé, Seth soltó palabras que muchos considerarían impensables para un padre: "Estarás en mi casa pero nunca te daré mi apellido. No pienso arriesgar mi carrera como actor por un hijo". Para cuidar al niño, contrató a una niñera, a la que pagaba no solo con dinero, sino también con sexo, buscando satisfacer sus necesidades físicas sin implicarse emocionalmente. La frialdad de Seth tenía raíces profundas. Su propio padre había sido una figura ausente durante su niñez, lo que había dejado cicatrices imborrables en él. Cuando su hijo comenzó a crecer, Seth le hacía bullying y lo humillaba constantemente, llamándolo una "poca cosa". El joven creció en un hogar que podría ser descrito como un verdadero infierno, lleno de abusos y menosprecios. Pero el destino tenía preparado un giro oscuro en esta historia. El joven, tras catorce años de sufrimiento, sufrió un grave accidente automovilístico provocado por una de las tantas amantes de Seth. Este evento hizo que Seth experimentara por primera vez arrepentimiento y culpa por su papel como mal padre. Frente a la cama del hospital, Seth le susurró al inconsciente joven, "Perdóname hijo, por favor resiste". Un médico se acercó a Seth, informándole que necesitaban un donante de riñón y sangre, algo complicado de conseguir. "Haga lo que pueda para que mi hijo viva. Si él muere, haré de su vida un infierno", amenazó a modo de súplica. Estos terribles acontecimientos desataron los fantasmas del pasado de Seth, y su esquizofrenia, que había sido latente en su niñez, regresó con fuerza. Desesperado por salvar a su hijo, Seth cruzó todos los límites. Con un pasamontañas y una pistola, se convirtió en un torturador y asesino, secuestrando a sus ex amantes y raptándoles los riñones. "Por su culpa no pasé tiempo con mi hijo. Ustedes servirán para que él no muera. Todo esto lo hago por él, para no quedar solo", decía mientras torturaba a sus víctimas. Finalmente, Seth fue arrestado y llevado a un manicomio. Mientras tanto, el joven milagrosamente se recuperó bajo los cuidados del equipo médico y fue entregado a un hogar adoptivo. En el manicomio, Seth no podía dejar de pensar en su hijo. "Pronto estaremos juntos, hijo. Papá saldrá de esta alcantarilla y comenzaremos una nueva vida solo nosotros dos", murmuraba, rodeado de fotos del joven. Con el tiempo, Seth se enteró a través de las enfermeras del manicomio que su hijo había sido adoptado por otra familia. Esta noticia agravó su esquizofrenia y sus celos posesivos. Una noche, en un ataque de desesperación y locura, golpeó a un enfermero y escapó del manicomio. Armado con una pistola, se dirigió al hogar adoptivo de su hijo. En un acto de brutalidad y obsesión, asesinó a la familia adoptiva y le dijo al joven, "Esto les pasa por quitarme lo que es mío". Tomándolo del brazo, le añadió, "Vamos pequeño, el avión privado nos está esperando. Quita esa cara, todo lo que hago es por ti. Vamos a empezar una nueva vida, solo tú y yo". El desenlace de esta historia siguió un camino trágico y sombrío, mostrando hasta dónde puede llegar una persona rota cuando su mente finalmente cede ante los demonios de su pasado.