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Question: Escriba una historia en la que un mago atractivo, musculoso,egolatra y narcisista sangre pura de 35 años, haya entregado a un orfanato muggle a su hijo de 2 años cuando el tenia 20 años por haber nacido squib o sea no nacer con magia, este mago lo hizo porque nunca permitiria que su apellido quedada enlolado, pasan los años y a este mago le envian una carta diciendole que debe presentarse en el orfanato y al entrar y ver a su hijo convulsionando y agonizando se arrepiente de haberlo abandonado, en ese momento el mago se acerca y le dice resiste te sacare de aqui y buscare los mejores medicos para que no mueras por favor resiste perdoname por abandonarte y en ese momento el joven muere, el mago no acepta la perdida se lleva el cuerpo y lo lleva a su mansion, en una habitacion pone el cuerpo y con magia aplica un hechizo de preservacion del cuerpo y le dice ahora vengo hijo, te levantaras y viviras no me importa lo que tenga que hacer.
Hace quince años, Cedric Blackwood tenía el mundo a sus pies. Era un mago de pura sangre de 20 años, atractivo, musculoso, y aunque podía tener a cualquier hechicera o hechicero que deseara, su único amor verdadero era su propio reflejo. Naricenista y egoísta, Cedric siempre miraba por encima del hombro a todo aquel que consideraba inferior, y fue así como ocurrió lo inaceptable en su vida: el nacimiento de su hijo squib, un niño sin magia. El impacto fue doblemente amargo. A Cedric le importaba demasiado el linaje y el honor de su apellido. No podía soportar que su reputación quedara empañada por un hijo sin magia. Así, renunciando a todo vestigio de piedad, entregó al pequeño a un orfanato muggle, dejándole instrucciones precisas de que no se le contactara bajo ninguna circunstancia. Quince años transcurrieron. Cedric había continuado su vida cegado por su vanidad, incrementando su poder y riqueza. Una mañana, una carta lacrada quedó en su escritorio. La vio con indiferencia hasta que leyó su contenido. Venía del orfanato muggle. Las palabras resonaban en su cabeza mientras se aparecía frente al lúgubre edificio. La directora del orfanato lo recibió con una expresión inusitadamente solemne. Lo condujo hasta una pequeña habitación, donde yacía un joven de 17 años, convulsionando y agonizando. Cedric supo de inmediato que ese joven a las puertas de la muerte era su hijo. Antes de poder contenerse, una marea de arrepentimiento casi lo ahoga. Se acercó rápidamente al joven, arrodillándose a su lado. "Resiste, te sacaré de aquí y buscaré los mejores médicos para que no mueras. Por favor, resiste, perdóname por abandonarte", dijo con una voz desbordada de desesperación. Por primera vez en su vida, Cedric Blackwood sintió verdadero terror, el terror de perder algo sin haberlo valorado. El cuerpo del joven se sacudió brevemente tras una última convulsión y quedó inmóvil. Cedric miró su rostro inmóvil, sus ojos fijos y sin vida. Devastado, no podía aceptar la realidad. Olvidado de su orgullo, alzó cuidadosamente el cuerpo sin vida de su hijo y se lo llevó a su mansión. Una vez allí, preparó una habitación con sumo cuidado, casi con devoción. Puso el cuerpo sobre un lecho y, con manos temblorosas pero decididas, aplicó un hechizo de preservación, evitando que cualquier signo de descomposición tocara a su hijo. Respirando hondo, acarició una última vez la mejilla helada. "Ahora vuelvo, hijo. Te levantarás y vivirás. No me importa lo que tenga que hacer." Con esas palabras, Cedric salió de la habitación, su mente un torbellino de planes oscuros y alambicados. Estaba dispuesto a sumergirse en cualquier arte prohibida, buscar cualquier poder arcano o legado oscuro que le permitiera revertir la muerte misma. En ese momento, Cedric Blackwood ya no era el mismo hombre narcisista y soberbio; era un padre decidido a recuperar lo que una vez despreció. La mansión Blackwood se convirtió en un faro de inmensas energías mágicas, con Cedric lanzando un hechizo tras otro, sin descanso. Cualquier rastro de humanidad se fue desvaneciendo con cada insomnio, cada arruga, cada sacrificio oscuro consumido en su desesperado intento por resucitar a su hijo. Nadie sabe qué fue lo que sucedió realmente tras aquellos muros. Solo se oyen los susurros de los antiguos hechiceros y criaturas sobrenaturales que alguna vez caminaban en la frontera entre la vida y la muerte, mientras la mansión Blackwood permanece envuelta en sombras, un monumento a la insaciable búsqueda de redención de un padre. Pero al final, en una historia donde la magia es real, la desesperación puede ser el mayor hechizo de todos.
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