"The Echo of Red Kryptonite"

En una tranquila noche de otoño en Metrópolis, Clark Kent, alias Superman, regresaba a su apartamento después de un largo día de trabajo en el Daily Planet. Al llegar a la puerta de su hogar, un sonido suave llamó su atención. Con la vista aguzada, descubrió una pequeña figura envuelta en mantas: un bebé recién nacido, abandonado en su puerta. Al levantar con cuidado al pequeño, sus grandes ojos azules se encontraron con los de Clark, quien sintió una conexión instantánea con el niño. Movido por un sentido de responsabilidad y humanidad, Clark decidió adoptar al bebé y llamarlo Jonathan. A lo largo de los años, Jonathan creció bajo el cuidado amoroso de Clark, quien equilibraba su vida como reportero y superhéroe con la dedicación y ternura de ser padre. Jonathan se convirtió en un joven de 16 años, con una personalidad noble, nerd y de buenos sentimientos, gracias en gran parte a la educación y los valores inculcados por su padre. Un día, una catástrofe se avecinaba sobre Metrópolis. Un grupo de científicos renegados había descubierto una nueva forma de kryptonita roja, una variante nunca vista antes. Capaz de alterar la mente de Superman, estos científicos planeaban utilizarla para sus oscuros propósitos de dominación. Sin embargo, las cosas no iban a resultar como ellos esperaban. En una batalla épica, los científicos lograron capturar a Superman y, tras una feroz lucha, lo obligaron a beber una solución de kryptonita roja líquida. En cuestión de instantes, el efecto fue devastador. Superman, ahora con la mente nublada por una oscuridad desconocida, se volvió malvado, cruel, arrogante, narcisista y calculador. Tras eliminar fríamente a los científicos, regresó a su hogar con un nuevo propósito sombrío en mente. Aunque su personalidad había cambiado drásticamente, el amor de Superman por su hijo Jonathan persistía, aunque transformado en algo oscuro y posesivo. Este amor, antes lleno de comprensión y apoyo, se convirtió en un deseo inquebrantable de control. Superman no permitiría que nadie pusiera en peligro su relación con Jonathan. A partir de ese día, la vida de Jonathan cambió radicalmente. Superman, con su nueva perspectiva distorsionada, se volvió extremadamente protector, limitando las interacciones de Jonathan con el mundo exterior. Nadie, ni siquiera los amigos o posibles intereses amorosos, podría acercarse a su hijo. Para Superman, su pequeño lo era todo y debía mantenerlo seguro a cualquier costo. Jonathan, atrapado entre el amor inmenso por su padre y el temor por su cambio brutal, se dio cuenta de que la única manera de recuperar al Superman que conocía y liberar su vida de esta asfixiante protección era encontrar una cura para los efectos de la kryptonita roja. Con su ingenio y valentía, propios de la educación que su padre le había dado, Jonathan comenzó una búsqueda desesperada para salvar al hombre que lo había salvado a él aquel día de otoño. La esperanza de ver nuevamente al verdadero Clark Kent lo acompañaba mientras se adentraba en peligros desconocidos, armado únicamente con su corazón y la fe inquebrantable en que el amor podría superar incluso la oscuridad más profunda.