The Dark Protectorate of Lucifer

Érase una vez un joven llamado Nico, un chico de 14 años que era un nerd feo y débil, constantemente acosado en la escuela por no tener padres. Las noches en que el dolor se volvía insoportable, Nico solía escabullirse al tejado de su orfanato y mirar las estrellas, soñando con una vida diferente. Una noche, mientras derramaba lágrimas silenciosas al compartir sus penas solo con el cielo, vio una estrella fugaz surcando el firmamento. Sin pensarlo dos veces, cerró los ojos y deseó en voz alta: "Desearía tener un padre como Lucifer Morningstar, que me ame y me proteja". La estrella brillante pareció centellear más intensamente por un segundo, y luego todo quedó en silencio. Nada cambió de inmediato, y Nico regresó a su fría cama con el corazón pesado. A la mañana siguiente, Nico se despertó en un lugar completamente diferente. La dureza del colchón de orfanato había sido reemplazada por sábanas de seda y cojines mullidos. Se levantó ansiosamente, observando un lujoso apartamento decorado con estilo moderno y elegante. En la mesa de centro, una nota escrita con una caligrafía impecable le daba la bienvenida: "Buenos días, príncipe. Ven a la sala de estar. Tu padre, Lucifer." Atónito y con el corazón latiendo a mil por hora, Nico caminó hacia la sala. Allí, un hombre alto, apuesto y carismático con ojos llenos de un brillo perturbador, lo esperaba con una sonrisa encantadora. "Nico, bienvenido a tu nuevo hogar. Soy Lucifer Morningstar, tu nuevo padre." Lucifer abrazó a Nico, lleno de una calidez y una fuerza protectora que el joven nunca había sentido antes. A partir de ese momento, la vida de Nico cambió drásticamente. Lucifer era protector, amoroso y, sin duda, entregado a su nuevo papel. Se aseguró de que Nico tuviera todo lo que necesitaba, desde la mejor educación hasta los pasatiempos más entretenidos. Pero había algo más en Lucifer que Nico no podía entender del todo: una sombra de posesividad y celos. Lucifer mantenía un bar exitoso y, sin que Nico lo supiera, era el mismísimo rey del Infierno tratando de adaptarse a la vida en la Tierra. Con su naturaleza egocéntrica y egoísta, Lucifer no podía soportar la idea de compartir el amor de Nico con nadie más. Estaba decidido a que el corazón de su hijo le perteneciera exclusivamente a él. Para asegurarse de esto, Lucifer recurría a métodos oscuros y aterradores. Lucifer tenía un séquito de demonios bajo su mando cuya misión era espiar y vigilar a Nico cuidadosamente. Si se atrevían a acercarse humanos con intenciones amorosas hacia su hijo, los demonios se encargaban de avisar a Lucifer de inmediato. Primero, este les ofrecía advertencias severas y amenazantes, pero si eso no era suficiente para mantener a los pretendientes a raya, recurría a la tortura y al asesinato, asegurándose de que nadie se interpusiera entre él y su amado hijo. Nadie conocía la salida de tales pretendientes y, para Nico, la vida parecía un paraíso, aunque extrañamente solitaria. Cualquier compañero potencial desaparecía misteriosamente. Aunque sentía el amor y la protección de Lucifer, Nico, con el tiempo, empezó a notar que algo siniestro flotaba en el aire. Un día, cuando Nico decidió expresar sus dudas, Lucifer lo miró con sinceridad. "Siempre te protegeré, Nico. Hago todo esto porque te amo más que a nada en este mundo", dijo, sin revelar la oscuridad completa de sus acciones. Aunque inquietado, Nico halló cierto consuelo en esa respuesta, y decidió, al menos por el momento, confiar en su padre. Y así, el joven nerd, antes solo y acosado, llevó una vida chismosa pero protegida, bajo la amorosa, aunque escalofriante, vigilancia de Lucifer Morningstar, su posesivo, celoso y todopoderoso padre. Y así, en este fragmento de la eternidad, Nico vivió en un curioso equilibrio entre el cielo y el infierno, siempre protegido, siempre amado, pero también, bajo la sombra de un amor extrañamente oscuro y absoluto.