"The Dark Progeny of Nick Walker: Rey de Corazones"

Era una mañana soleada en Los Ángeles. En una lujosa mansión, Nick Walker se contemplaba en el espejo. Estaba orgulloso de su físico impecable y su rostro cincelado. Era un hombre de 30 años, conocido en el mundo del fisiculturismo no solo por sus músculos, sino por su egolatría y narcisismo. Sin embargo, detrás de esa fachada de perfección musculosa, Nick escondía un secreto que lo atormentaba: un hijo de 14 años, Charlie, quien no se parecía en nada a su padre. Charlie era un adolescente enclenque, con gafas gruesas y mente brillante, características que para Nick eran motivo de vergüenza. Charlie vivía bajo la sombra de su padre, soportando humillaciones y abusos constantes. Pero había algo que Nick ignoraba por completo: Charlie estaba gravemente enfermo y necesitaba con urgencia un trasplante de corazón. El joven enfrentaba la realidad de sus últimos días en silencio, deseando tan solo un poco de felicidad antes del inevitable final. En la escuela privada de niños ricos donde Nick trabajaba como entrenador, Charlie era el blanco constante de las burlas de su padre. Un día, durante una clase de gimnasia, Nick estaba particularmente implacable. Las palabras crueles resonaban en el gimnasio cuando Charlie, agotado y quebrado emocionalmente, gritó: "¡Me iré de este infierno, no puedo seguir conviviendo con monstruos!" Esto solo enfureció a Nick, quien comenzó a golpear a su hijo despiadadamente. De repente, Charlie sufrió un colapso, su cuerpo débil no pudo más y cayó en el suelo en aparente muerte. Al verlo tendido, por primera vez en su vida, Nick sintió una punzada de culpa y remordimiento. Desesperadamente, llevó a Charlie al hospital, donde se enteró de la gravedad de la enfermedad del pequeño y de su necesidad de un trasplante de corazón. Los médicos sugirieron desconectarlo para evitar más sufrimiento, pero Nick no podía permitirse perder a su hijo. Sin importar el costo, se lo llevó a casa y contrató a una enfermera para cuidarlo y a un cirujano experto en trasplantes de corazón. Se acercó al lecho de Charlie y, en un susurro lleno de arrepentimiento, le dijo: "Perdóname, hijo. Lamento haberte hecho tanto daño. No permitiré que mueras. Descansa, papá buscará un corazón para ti." La promesa de Nick desencadenó una serie de despiadados eventos. Cada noche, se convertía en el temido "Rey de Corazones", asesinando a jóvenes saludables y arrancándoles el corazón en un frenético intento por salvar a su hijo. Aunque el cirujano contratado quería huir de la locura, sabía que su vida corría peligro si lo hacía. Seis meses de terror se desplegaron en las calles, mientras el número de víctimas aumentaba. Finalmente, Nick encontró el corazón perfecto y se realizó el trasplante. Charlie despertó, sorprendido al ver el cambio en su padre, quien ahora lo miraba con amor y cariño. Decidió perdonarlo y darle una oportunidad, apreciando el gesto, aunque desconocía las oscuras acciones detrás de la salvación de su vida. El cirujano, tembloroso, se acercó a Nick y expresó su deseo de volver a su hogar: “Ya cumplí con mi deber, señor. Su hijo está vivo, ahora debo irme.” Pero Nick, con una fría determinación, le respondió: "Agradezco tu trabajo, pero no puedo dejar testigos. Lo siento." Y con una rapidez aterradora, acabó con la vida del cirujano, arrancándole el corazón. Esa noche, mientras Charlie dormía, Nick lo observó y murmuró: “Siempre estaremos juntos, hijo. Por ti soy capaz de todo. Nunca sabrás que eres el hijo del Rey de Corazones, ni de los crímenes que he cometido para que nunca me abandones. Eres mi hijo y totalmente mío,” dijo con posesividad. Luego añadió, "Descansa. Papá cuidará de ti. En cuanto a tus bullies... ya me encargué de ellos, disfruté torturándolos y arrancándoles el corazón. Eso les pasa por hacerte daño, mi pequeño príncipe." En la penumbra de la habitación, Nick se sentía invencible. Su amor deformado y su necesidad de redención personal lo habían convertido en un monstruo. Pero para Charlie, al menos por ahora, era solo el padre que finalmente le había mostrado amor.