The Dark Cross of Fatherhood

Hace años atrás, en una lujosa mansión en las afueras de la ciudad, vivía Alejandro Ferrer, un hombre de 30 años cuya figura musculosa y rostro atrayente eran la envidia de muchos. Alejandro era un empresario exitoso, pero también un ególatra y narcisista sin remordimientos. Su vida, marcada por tragedias y decisiones frías, parecía perfecta a sus ojos, pero bajo la superficie había una oscuridad que lo devoraba. A los 15 años, Alejandro quedó viudo tras la trágica muerte de su novia, quien falleció al dar a luz a su hijo, Gabriel. Desde entonces, crió a Gabriel, pero el dolor nunca desapareció. Enfocado en acumular fortuna y con la atención siempre volcada hacia sus múltiples amantes, Alejandro descuidó a Gabriel, quien creció sintiéndose solo y abandonado. Gabriel era un joven débil y nerd, humillado constantemente por su propio padre. El desprecio y el desprecio de Alejandro hacia Gabriel solo se intensificaban con el tiempo. A medida que Gabriel crecía, se convertía en el blanco de las burlas y el bullying tanto en casa como en la escuela. Alejandro veía a su hijo como una mancha en su imagen perfecta, a pesar de que, en el fondo, tal vez temía mirarse en el espejo y ver reflejado su propio fracaso como padre. Una noche cualquiera, mientras Alejandro se entregaba a pasiones carnales con una mujer de belleza deslumbrante en su oficina, algo inusual sucedió. La mujer, en un impulso incontrolable, reveló su verdadera naturaleza: era una vampiresa. Mordió a Alejandro y lo convirtió en uno de los suyos. Así comenzó la nueva y secreta vida de Alejandro como vampiro, una vida dominada por instintos sangrientos y una sed insaciable de poder. Alejandro, ahora transformado, deambulaba por las noches, acechando en callejones oscuros y dejando un rastro de mujeres asesinadas. Su lujuria por la sangre coincidía con su ansia de control y dominación. Una noche, sin embargo, Gabriel lo siguió sigilosamente, decidido a entender la creciente oscuridad que veía en su padre. Lo que Gabriel presenció esa noche cambiaría su vida para siempre. Vio a su padre a punto de matar a una inocente y, en un arrebato de valentía desesperada, intentó intervenir, pero ya era tarde. La vida de la víctima se esfumaba entre sus dedos. Alejandro, sorprendido por su hijo, se abalanzó sobre él con la misma ferocidad, pero al percibir su aroma, algo en su interior cambió. "Cría... no te lastimaré. Eres mi cría y solo mía," murmuró Alejandro. Con un instinto protector y posesivo, se llevó a Gabriel volando a la mansión. Allí, algo en la mirada de Alejandro había cambiado. Su frialdad se transformó en una especie de amor obsesivo y enfermizo. Por primera vez, Gabriel sintió un retorcido cariño de su padre, aunque todo lo demás se volviera más oscuro y peligroso. Alejandro, ahora guiado por sus instintos vampíricos y un enfermizo sentido de protección hacia Gabriel, utilizó su nueva condición para vengar a su hijo. Identificó a todos aquellos que alguna vez le hicieron bullying y los torturó sin piedad antes de acabar con sus vidas. La sangre de los opresores manchaba sus manos, pero para Alejandro era un acto de purificación. Horrorizado al enterarse de los crímenes de su padre, Gabriel intentó huir. Temía la monstruosidad en que Alejandro se había convertido y no deseaba que más vidas inocentes se perdieran. Pero Alejandro, con una mirada oscura y una mueca retorcida, advirtió: "Si me abandonas, mataré a cada persona en esta ciudad para encontrarte. ¿Es eso lo que quieres ver? Patéticos humanos muertos, mi pequeña cría." Gabriel, desgarrado por la responsabilidad de los posibles inocentes que podrían morir, accedió a quedarse. Lo miró a los ojos y dijo, "Me quedaré si prometes que no matarás a inocentes." Alejandro, dominado por su amor posesivo, lo prometió. Entonces, lo abrazó con una ternura perturbadora, una mezcla de devoción y dominación. En las noches siguientes, la mansión se volvió un refugio para una relación deformada por la tragedia y la oscuridad. Alejandro, el hombre narcisista y ahora vampiro, protegía a su hijo con una furia implacable, mientras el joven Gabriel encontraba su vida girando en torno a la figura dominante de su monstruoso padre, atrapado entre el miedo y una extraña sensación de ser querido.