Superman and his Son: A Tale of Light and Darkness

Clark Kent, conocido mundialmente como Superman, vivía una vida llena de responsabilidades y secretos, tratando de equilibrar su identidad humana con sus poderes sobrenaturales. Un día, su vida dio un giro inesperado cuando abrió la puerta de su hogar y encontró a un bebé recién nacido, envuelto en una manta, abandonado en el umbral. Superman no dudó ni un segundo. Tomó al bebé en sus brazos y, en ese mismo instante, decidió adoptarlo como suyo. Lo llamó Ethan. Con el paso de los años, Ethan creció hasta convertirse en un joven de 16 años, nerd, noble y lleno de buenos sentimientos, gracias a la educación amorosa y los valores inculcados por su padre. Sin embargo, el destino tenía planes oscuros en el horizonte. Un día, Superman fue capturado por un grupo de científicos que le hicieron beber una extraña mezcla de kryptonita roja. Esta sustancia liberó a su alter ego malvado, cruel, arrogante, narcisista y calculador: Ultraman. Ultraman, cegado por su odio y sed de poder, no dudó en asesinar a los científicos que lo habían manipulado, dejándolos sin vida en el laboratorio. Aunque transformado en Ultraman, una cosa permaneció constante: el amor que sentía por su hijo Ethan. Pero este amor, bajo la influencia de la kryptonita roja, se convirtió en algo posesivo y controlador. Ultraman juró que jamás permitiría que nadie le quitara a su hijo o que alguien se acercara a él con intenciones amorosas. Cualquier intruso que osara violar esta regla se enfrentaba a una muerte segura a manos de Ultraman. Ethan, tras ver el horror en lo que su padre se había convertido, se dedicó a buscar la manera de devolver a Superman. Trabajó incansablemente en un antídoto y, una vez que lo hubo desarrollado, logró administrárselo a su padre. Superman pareció regresar y, visiblemente arrepentido, pidió perdón a su hijo. Sin embargo, cuando Superman se miró en el espejo del baño, la verdad oscura salió a la luz. Aunque había hecho creer a todos que el patético Clark Kent había regresado, en realidad Ultraman seguía al mando. Ultraman, con una mezcla de amor retorcido y odio, juró que haría que su hijo olvidara a Clark Kent y aceptara a Ultraman como su verdadero padre. Días después, Ethan se percató de la farsa. Al intentar liberar a su verdadero padre, Ultraman lo sorprendió y lo noqueó, llevándolo a un lugar seguro. Mientras volaban, Ultraman murmuraba: "Siento haberte golpeado, mi pequeño, pero no puedo permitir que destruyas nuestros planes de dominación mundial. Ese antídoto ya no existe. Vamos a vivir a un nuevo hogar." Ethan despertó tiempo después en una lujosa habitación vigilada por guardaespaldas. Meses pasaron, y el joven escuchaba las noticias sobre las conquistas de Ultraman, país tras país. A pesar de su sed de poder, Ultraman no dejaba de visitar a su hijo todos los días, repitiendo que todo lo hacía por él. En el cumpleaños número 16 de Ethan, Ultraman le regaló un hermoso caballo, cumpliendo uno de los mayores deseos de su hijo. "Papá ya consiguió el caballo que siempre has deseado. También he contratado al mejor entrenador para ti," dijo con un abrazo posesivo y amoroso. Un día, Ethan se armó de valor y pidió un poco de libertad. "Papá, dame un poco de espacio. Nunca me iré de tu lado. Puedes mandar guardespaldas si quieres," sugirió. Ultraman, incapaz de negar un deseo de su amado hijo, accedió a la petición. "Todo lo que hago es por ti, mi pequeño," murmuró, su amor distorsionado brillando en sus ojos. Y así, mientras Ethan planeaba su próxima movida para liberar a su verdadero padre, se daba cuenta de que la lucha no solo era rescatar a Superman, sino también protegerse de la obsesiva y retorcida devoción de Ultraman.