**Sombra de Sangre: Padre e Hijo Unidos**

En la vibrante ciudad de Monteville, donde los rascacielos se empinaban hacia el cielo y los callejones oscuros escondían más de un secreto, vivía un hombre llamado Alexander Vandenberg. A sus 30 años, Alexander era un espécimen de perfección física, con músculos cincelados y un rostro de ensueño. Su ego y narcisismo eran tan imponentes como su apariencia. Pero detrás de esa fachada de éxito y encanto, había una historia oscura. A los 15 años, Alexander había perdido a su novia, quien murió al dar a luz a su hijo, Lucas. Desde entonces, Alexander dedicó su vida a amasar una fortuna, olvidándose casi por completo de su hijo. En su empresa, se rodeaba de amantes y subordinados que adulaban su ego, y eso era todo lo que le importaba. Lucas, por otro lado, era un joven tranquilo y introvertido, sumido en sus estudios y pasatiempos. Era el antítesis de su padre: un nerd débil que sufría bullying tanto en la escuela como en su propia casa. Alexander no perdía la oportunidad de humillar y menospreciar a su hijo, deleitándose en su cruel superioridad. Una noche, Alexander estaba en su oficina con una atractiva mujer que había conocido recientemente. Su belleza era hipnotizante y sus ojos ardían con una luz oscura. Mientras se entregaban a la pasión, ella, impulsada por un deseo incontrolable, mordió a Alexander y lo convirtió en un vampiro. Despertando a una nueva vida marcada por la oscuridad y la sed de sangre, Alexander se movía en secreto, cazando y matando a mujeres en callejones solitarios. Su vida nocturna se convirtió en un espiral de terror y sangre. Sin embargo, una noche, mientras seguía a su padre, Lucas presenció una escena devastadora: Alexander se disponía a matar a una inocente mujer. Sin pensarlo, intentó salvarla, pero fue demasiado tarde. Al verse descubierto, Alexander, dominado por sus instintos vampíricos, se abalanzó sobre su hijo. Sin embargo, al percibir su aroma, se detuvo. "Cría", murmuró, "no te lastimaré. Eres mi cría y solo mía". Con una fuerza sobrenatural, Alexander tomó a Lucas y lo llevó volando a su mansión. Hasta esa noche, Alexander había sido un padre distante, pero ahora, convertido en vampiro, parecía mirarlo con un amor y cariño enfermizo. Habiendo ganado nuevas habilidades, Alexander vio los recuerdos de su hijo y, al descubrir el sufrimiento de Lucas a manos de bullies, decidió vengarse. Uno a uno, torturó y mató a cada bully, siguiendo sus instintos que le dictaban proteger y vengar a su cría a cualquier precio. Al enterarse de los horrendos crímenes que su padre había cometido, Lucas intentó huir, desesperado por escapar de la locura de su padre. Pero Alexander lo alcanzó fácilmente. "Si me abandonas," le susurró con voz gélida, "mataré a cada persona en esta ciudad para encontrarte. ¿Eso es lo que quieres? ¿Ver a patéticos humanos muertos, mi pequeña cría?" Horrorizado, Lucas entendió que debía quedarse para evitar más muertes. "Me quedaré si me prometes que no matarás a inocentes", dijo con voz temblorosa. Alexander, con una sonrisa posesiva, le prometió y lo abrazó con fuerza, susurrando, "Siempre estarás a salvo conmigo." En ese abrazo oscuro y eterno, Lucas sintió el peso de su destino. Ahora vivía prisionero del amor enfermizo de su propio padre, en una mansión rodeada de sombras y secretos. Los días que seguirían serían testigos de la extraña y retorcida relación entre un padre vampiro y su hijo humano, unidos por la sangre y la locura.