**Segunda Oportunidad en la Vida de Christian de la Campa**

En la opulenta casa de Christian de la Campa, el sol brillante se colaba entre las cortinas pesadas, proyectando sombras que parecían ser las únicas en notar el desplome de una familia. Christian, un hombre atractivo, musculoso, ególatra y narcisista, enfrentaba la tragedia del fallecimiento de su amada esposa, quien murió al dar a luz a su hijo. En su desolación, prometió con lágrimas en los ojos a su esposa moribunda que cuidaría y amaría al recién nacido. Con el paso de los años, Christian incumplió groseramente esa promesa sagrada. Su hijo, Álvaro, era un joven intelectual, físicamente débil y reservado. En lugar de recibir el amor y la protección de su padre, sufrió humillaciones y maltratos constantes. Christian menospreciaba a Álvaro por ser un "nerd" insignificante, sin comprender o valorar su inteligencia y sensibilidad. Álvaro enfrentaba el infierno tanto en casa como en la preparatoria, donde también era víctima de bullying. Cada comentario hiriente, cada acto de violencia, profundizaba su dolor y su incomprensión: ¿por qué su padre no lo quería? La desesperanza lo envolvía cada día más, hasta que una noche, decidió que era suficiente. En secreto, Álvaro inició el proceso de emancipación. Engañó hábilmente a Christian para que firmara los papeles sin leerlos. Con la firma en mano, Álvaro ideó un plan audaz y elaborado: un medicamento que simulaba la muerte y un grupo que se haría pasar por una funeraria. Álvaro fingiría su propia muerte y comenzaría una nueva vida lejos de aquel tormento. El día de la ejecución del plan, Álvaro dejó una nota y una gran cantidad de pastillas esparcidas en su cuarto. Se tomó el medicamento y se acostó en su cama, preparándose para el dulce engaño. Cuando Christian encontró a su hijo aparentemente muerto, un torrente de culpa y arrepentimiento lo inundó. Abrazó el cuerpo inerte de Álvaro, llorando y gritando, deseando haber sido diferente. La llegada de la "funeraria" fue un golpe final. Los "trabajadores" le informaron del deseo de Álvaro de ser cremado. A pesar de su desesperada resistencia, Christian no pudo evitar que se llevaran el cuerpo. Creyó que su hijo había sido reducido a cenizas y esa creencia lo consumió. Mientras tanto, Álvaro, todavía vivo, era transportado a otro país, donde comenzaría una nueva vida lejos del hombre que le había causado tanto dolor. Meses pasaron y la culpa transformó a Christian en una sombra de lo que alguna vez fue. La pérdida de su hijo lo desgarró mentalmente hasta que finalmente perdió la razón. Fue internado en un manicomio, donde, entre llantos y gritos, clamaba por volver a ver a su hijo. En su mente rota, Álvaro lo esperaba para jugar, pero esa oportunidad se había esfumado para siempre. El despiadado ciclo del karma completó su trabajo, recordándole a Christian la verdad dolorosa del dicho "no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes". En la soledad de su locura, Christian pagaba cada día el precio de sus errores, mientras Álvaro, en algún lugar del mundo, reconstruía una vida que él determinaba vivir en libertad y paz.