"Sangre Fraternal: El Reencuentro de Dos Mundos Distintos"

En la pequeña ciudad de Silverhill, Seymour, el Quarterback, atraía todas las miradas. Con sus 19 años, era el jugador más codiciado, no sólo por sus habilidades deportivas, sino también por su atractivo físico y fortuna familiar. Paralelo a ello, vivía Ethan, un muchacho de 17 años, incomprendido y desfavorecido, pero con una inteligencia excepcional. Seymour, con su ego tan desbordante como sus bíceps, siempre disfrutaba intimidar a Ethan. No sólo es que le robara su tarea, sino que lo torturaba en cada oportunidad que surgía. Incluso sus amigos, un grupo de atletas influyentes, jugaban en el juego degradante de Seymour. Un día, sin embargo, todo cambió. Seymour buscaba enloquecidamente la tarea de trigonometría que necesitaba. Pero para su sorpresa, Ethan se negó a dársela, lo que provocó que Seymour se enfureciera y golpeara a Ethan hasta dejarlo inconsciente. Ethan fue llevado de urgencia al hospital y Seymour quedó allí, contemplando la escena. Escuchó una conversación entre su padre y el director, quienes hablaban de Ethan como si fuera algo más que su habitual saco de boxeo. Fue entonces cuando se reveló la verdad. Ethan era su medio hermano, el hijo secreto de su padre y una mujer que había muerto durante el parto. Esta noticia arrojó a Seymour a una profunda culpa y arrepentimiento. Decidió hacer lo correcto y proteger a Ethan, su nuevo y único hermano. Ordenó a sus amigos que Ethan era intocable y que a partir de ese día, se sentaría con ellos. En cuanto a los amigos de Ethan, Seymour aseguró que él mismo se encargaría de apartarlo de ellos. En su mente, estaba mejorando la vida de Ethan, aunque en realidad estaba controlándola. Pasó el tiempo y Ethan perdonó a Seymour. Se mudó a la mansión del famoso Quarterback y se adaptó a sus nuevos lujos. Pero no todo fue fácil. La actitud superior de Seymour hacia los menos afortunados le creaba un conflicto interno a Ethan. Y cuando Seymour arrastró a Ethan lejos de sus verdaderos amigos para sentarse con los demás bullies, Ethan supo que tenía que decir algo. Seymour defendió su actitud, argumentando que lo hacía por su bien. Sorprendentemente, Ethan decidió tomar las cosas con calma. Aceptó la nueva ropa deportiva y empezó a asistir al gimnasio con Seymour. Fue difícil, sí, pero Ethan decidió darle una oportunidad a su nuevo hermano. Después de todo, la vida nos da sorpresas, y Ethan estaba decidido a aceptar la suya, siempre y cuando Seymour estuviera dispuesto a cambiar. Porque a pesar de todo, Seymour era su hermano y finalmente tenía a una familia, aunque fuera complicada y hasta un poco egocéntrica en su bondad.