Resurrección en la Oscuridad de un Mago Narcisista

Hace quince años, en un momento de desesperación y obsesión por mantener la pureza de su linaje, un joven mago llamado Alistair Blackwood, conocido por su atractiva apariencia y su impresionante fuerza, así como por su egolatría y narcisismo, cometió un acto que marcaría su destino para siempre. A los veinte años, Alistair había tenido un hijo, pero en su desdén por cualquier imperfección, no pudo soportar que el niño, sin haber heredado ninguna habilidad mágica, llevara su apellido. Sin remordimiento, abandonó al niño de dos años en las puertas de un orfanato muggle, convencido de que así protegía su preciado linaje. Los años pasaron y Alistair se convirtió en un mago aún más poderoso y temido. Su nombre resonaba en el mundo mágico, no obstante, un día recibió una carta inesperada que lo obligó a enfrentar su pasado. El orfanato le informaba que debía presentarse de inmediato. Lleno de arrogancia, Alistair acudió al lugar sin imaginar lo que le esperaba. Al entrar, vio a su hijo en un estado crítico, convulsionando y agonizando. En ese instante, todos sus muros de egoísmo y vanidad se resquebrajaron. Se acercó rápidamente, susurrando desesperado: "Resiste, te sacaré de aquí y buscaré los mejores médicos. Por favor, resiste, perdóname por abandonarte." Pero sus súplicas fueron en vano; el joven exhaló su último aliento frente a él. La culpa y el arrepentimiento inundaron a Alistair, quien se negó a aceptar la pérdida. Llevó el cuerpo del joven a su mansión, lo colocó en una habitación y aplicó un poderoso hechizo de preservación. "Te levantarás y vivirás," le prometió, "no me importa lo que tenga que hacer." Una noche, el fantasma del joven apareció en la mansión. "Déjame descansar, padre," dijo el espectro con voz dolida. "Ya estoy muerto. Hiciste mucho daño; no perturbes más mi sueño. Lo que estás intentando hacer va en contra de la naturaleza." Pero Alistair, cegado por su objetivo, respondió: "Al fin tengo mi último ingrediente para que vivas. Perdóname por esto, hijo." Con cruel determinación, utilizó una botella encantada para capturar el espíritu del joven y encarcelarlo en su interior. Ahora convencido de haber encontrado la clave para revivir a su hijo, Alistair necesitaba un sacrificio humano. Con su carisma, logró seducir y capturar a una víctima que tenía ahora encerrada en el sótano de su mansión. Horas después, llevó a cabo el temible ritual, sacrificial y oscuro, culminando en el renacimiento de su hijo. El joven revivido abrió los ojos, pero Alistair decidió no dejar nada al azar. Alteró sus recuerdos, asegurándose de que su hijo nunca lo rechazaría nuevamente. "No perderé a mi hijo otra vez," se dijo. Pero la magia negra y los rituales oscuros tienen un precio. A medida que avanzaban los días, Alistair comenzó a darse cuenta de que el joven no era el mismo, sus ojos estaban vacíos, y su sonrisa no alcanzaba sus ojos. Al tratar de mantener el control y dominar la naturaleza misma de la vida y la muerte, Alistair desencadenó fuerzas que ni su grandioso ego podía pelear. Al final, lo que quedaba de su hijo no era más que una sombra construida sobre el resentimiento y el sufrimiento, reflejando eternamente el precio de su propia soberbia y egoísmo.