**Renacimiento de un Padre**

Una lúgubre nube oscura cubría el cielo cuando Christian de la Campa, un hombre atractivo, musculoso, ególatra y narcisista, juraba sin rodeos frente al cadáver de su amada esposa. La promesa retumbaba en su corazón como un eco distante, "Cuidaré y amaré a nuestro hijo, por siempre". Sin embargo, con el paso de los años, esa promesa se perdió entre las grietas de su amargura y vanidad. El hijo de Christian, Daniel, creció como un joven introvertido, un nerd débil y extremadamente sensible. Daniel ansiaba el amor y reconocimiento de su padre, pero en lugar de eso, solo encontró desprecio y maltrato. Las palabras crueles de Christian lo tachaban de insignificante y ridículo, forjando en su espíritu una fortaleza que buscaba refugiarse en el silencio. En la preparatoria, Daniel no solo soportaba el odio de su propio padre, sino que también era víctima constante del bullying de sus compañeros. Cada rincón de su existencia se volvía una sombra oscura de sufrimiento y aislamiento. Incapaz de soportar más, Daniel comenzó a idear un plan para liberarse. En secreto, inició el proceso de emancipación y, con astucia calculada, logró que Christian firmara los documentos sin tomarse la molestia de leerlos. El dolor de no ser amado por su único progenitor impulsó a Daniel a una decisión extrema. Adquirió un medicamento capaz de simular la muerte y contrató un grupo para que se hiciera pasar por una funeraria, planeando con precisión su "fallecimiento". La noche previa a su supuesto deceso, escribió una carta desgarradora, en la que expresaba su profundo dolor y el deseo de cumplir lo que su padre había anhelado: no ser un estorbo. Cuando Christian halló el cuerpo inerte de su hijo y la nota junto a una gran cantidad de pastillas, el peso de la culpa y el arrepentimiento lo envolvieron como una sombra. Abrazó el cuerpo frío de Daniel, dejando caer lágrimas amargas y gritos desgarradores que resonaron en cada rincón de la casa. En ese momento, comprendió el profundo error de su camino, pero ya era demasiado tarde. Al día siguiente, la falsa funeraria llegó y Christian, desesperado, insistió en que su hijo debía ser enterrado en la cripta familiar. Sin embargo, los impostores, firmes en el "deseo" de Daniel, se llevaron el cuerpo para la cremación, orquestando una elaborada desaparición. Mientras Christian creía que las cenizas de su hijo eran lo único que le quedaba, Daniel era llevado de incógnito a otro país, listo para comenzar una nueva vida, libre de las cadenas de su pasado doloroso. Meses más tarde, la culpa y el arrepentimiento devastaron la fortaleza mental de Christian. Perdió la razón y fue internado en un manicomio, consumido por los remordimientos y la pena. En su delirio, gritaba constantemente, implorando ver a su hijo, condenado a una eterna búsqueda de un perdón e imposible redención. Así, Christian vivió el cruel castigo del karma, cumpliendo a cabalidad el adagio de que no se sabe lo que se tiene hasta que se pierde. Daniel, mientras tanto, encontró el amanecer de una nueva vida, lejos del sufrimiento y el desprecio, abrazando finalmente la libertad y la esperanza que tanto anhelaba.