Renacer entre Sombras: La Redención de David Chocarro

David Chocarro estaba en la cúspide de su carrera. Su rostro esculpido, su cuerpo musculoso y su sonrisa cautivadora lo habían convertido en uno de los actores y modelos más reconocidos del mundo. Pero su ascenso a la fama tuvo un alto costo: su familia. Antes de ser el gran actor que todos admiraban, David tenía una esposa, Laura, que estaba siempre con él en las buenas y en las malas, y un hijo recién nacido, Daniel. Por su hijo y su esposa, David había decidido seguir su carrera para darles todo lo que necesitaban. Pero con el tiempo, la fama, la vanidad y la lujuria dominaron su corazón. Olvidó a Laura y a Daniel para dedicarse a una vida de placer con las muchas mujeres que lo deseaban por su físico. La linda esposa se convirtió en una criada a sus ojos, alguien relegada a los cuartos de servicio. Negaba su existencia afirmando que era soltero. Con Daniel, la situación no era mejor. Durante 15 largos años, David nunca pasó tiempo con él. Lo humillaba y lo despreciaba por ser un "nerd insignificante" y débil. La vida, sin embargo, le tenía una dura lección preparada. Una de sus muchas amantes, Adela, a quien David había hecho creer que se casaría con ella, descubrió el engaño. En la fiesta de aniversario de los 16 años de carrera de David, Adela, enfurecida y despechada, irrumpió con una pistola. Su objetivo era David, pero la bala se desvió e hirió a Daniel. Cuando el joven cayó al suelo, por primera vez, David sintió preocupación, culpa y remordimiento. Laura se acercó al joven y, con lágrimas en los ojos, le rogó: "No, hijo, no me dejes. No podría vivir sin ti. Nunca me perdonaré por no habernos marchado de este infierno." David se arrodilló al lado de su hijo, desesperado. "Por favor, resiste, estarás bien. Ya llamé a los paramédicos." El joven, al ver a su padre, le susurró: "No quiero irme con odios ni rencores. Te perdono, papá. Sigue disfrutando tu vida." Dicho esto, Daniel murió en los brazos de su madre. David lanzó un grito desgarrador. "No, hijo, no te vayas. Estoy seguro de que estás vivo, resiste." Pero Laura, enfurecida y deshecha de dolor, le dijo: "¡Vete, David! Por tu culpa nuestro hijo murió. Vete y disfruta tu tiempo con tus amantes. Por nuestro hijo nunca me fui, por él me quedé a tu lado. Ahora que no está, lucharé por mí misma. Quiero el divorcio." Laura se marchó llorando mientras David permanecía junto al cuerpo de su hijo, llorando y lanzando grandes lamentos. En el funeral, David ayudó a cargar el ataúd. Cuando el joven fue enterrado, Laura se acercó a David y, con voz firme, le dijo: "Adiós, David. Espero que te vaya bien en tu vida." David se arrodilló ante ella. "Por favor, no te vayas. Ahora que nuestro hijo no está, debemos consolarnos entre nosotros." Laura le respondió irónicamente: "¿Cuál hijo, David? Según recuerdo, tú siempre nos negaste diciendo que eras soltero y que no tenías hijos. Tu mentira se hizo realidad. Déjame ir." Después de que Laura se fue, David ingresó a la habitación de Daniel. Al tocar sus cosas y sus juguetes, el dolor y la culpa lo abrumaron. Gritó y arrojó las cosas de su hijo al piso, diciendo: "Debí haber pasado tiempo contigo, hijo. Debí dedicarte atención y no haber perdido mi tiempo con mujeres." Llorando, David se durmió en la cama de su hijo, sosteniendo su fotografía. Desesperado y lleno de dolor, dijo: "Daría lo que fuera para que estuvieras aquí, hijo. No me importaría vender mi alma." En ese momento, un demonio apareció ante él. "¿Darías lo que fuera?" preguntó el demonio. David, sin dudar, respondió: "Sí, daré lo que fuera." El demonio sonrió. "Entonces haremos este trato: el tiempo regresará seis días antes de la muerte de tu hijo. En esos seis días, deberás demostrar que has cambiado y hacer que tu hijo te ame. Si al término de esos días no logras tu misión, me llevaré tu alma y tu hijo morirá nuevamente. ¿Tenemos un trato?" David aceptó el trato, y el tiempo retrocedió seis días antes de la muerte de Daniel. La misión de David de salvar a su hijo apenas comenzaba. Sería un camino difícil, lleno de retos, pero estaba decidido a demostrar que había cambiado y recuperar el amor de su hijo. Con cada momento que pasaba, David se esforzaba por enmendar las heridas que había causado. Pasaba tiempo con Daniel, lo escuchaba y lo apoyaba en sus intereses. Poco a poco, padre e hijo comenzaron a reconstruir su relación. El último día, David se encontró a sí mismo compartiendo una risa genuina con Daniel, algo que jamás creyó posible. El demonio apareció a medianoche, sonriendo siniestramente. "¿Entonces, lo has logrado?" preguntó. Daniel, mirando a su padre con afecto, respondió por él. "Sí, ha cambiado. Lo perdono." El demonio, visiblemente molesto pero obligado a cumplir, desapareció en la oscuridad. David había ganado su redención, pero sabía que era solo el comienzo de una nueva vida dedicada a amar y valorar a quienes siempre estuvieron a su lado. El camino no sería fácil, pero ahora David tenía claro lo que realmente importaba. Y esta vez, no lo perdería de vista.