**Renacer en la Oscuridad: La Historia de un Padre y su Hijo Perdido**

El sol de la tarde se filtraba a través de las ventanas del hospital, proyectando sombras alargadas sobre las paredes blancas y frías. En la cama, Ethan, un joven de 14 años de aspecto vulnerable y delgado, yacía inconsciente, conectado a varias máquinas que le mantenían con vida precariamente. Su vida había sido una constante lucha contra el desprecio, el olvido y el bullying. El veneno que ingirió era su último y desesperado grito de ayuda. En otra parte de la ciudad, David, un importante actor y modelo de tan solo 30 años, vivía una vida llena de lujos y placeres efímeros. Su carrera siempre había sido su prioridad, al costo de descuidar y despreciar al hijo que alguna vez había deseado, pero que ahora consideraba insignificante y débil. Ethan, en muchas ocasiones, había intentado ganarse el afecto y la atención de su padre, pero siempre había sido recibido con indiferencia. Cuando el personal del hospital logró contactar a David para informarle acerca de la situación crítica de su hijo, su respuesta fue fría y desoladora: "No me interesa lo que haya hecho". Apenas colgó el teléfono, continuó su vida como si nada, sumergiéndose en placeres con su amante, totalmente ajeno al sufrimiento y la tristeza que carcomían a su hijo. El corazón de Ethan, ya débil tanto física como emocionalmente, no soportó más. Horas después, su frágil cuerpo cedió al veneno. El hospital se sumió en un silencio respetuoso y triste cuando la noticia de su muerte se esparció. Cuando finalmente David se dignó a presentarse, fue guiado a la habitación de su hijo. Allí, al ver el cuerpo inerte de Ethan, algo dentro de él se rompió. La culpa, el arrepentimiento y el dolor se entrelazaron en un torbellino que lo consumió de repente. Las lágrimas desbordaban sus ojos, pero para Ethan ya era demasiado tarde. Durante el entierro, las emociones de David fluctuaban entre la desesperación y el odio. Al enterarse de que su hijo había muerto a causa de una cruel apuesta, su corazón se llenó de un deseo insaciable de venganza. David, con una fotografía de su hijo en la mano, juró que haría justicia por Ethan. La locura lo invadió y, armado con una pistola, buscó a los responsables de su sufrimiento. Uno a uno, David asesinó fríamente a quienes habían jugado con los sentimientos de su hijo y a sus abusadores. Convencido de que lo que hacía era justicia, su mente se hundió aún más en la locura. Finalmente, ante la tumba de Ethan, bajo el cielo que ahora parecía llorar con él, David susurró, "Ya te vengué, hijo. Ahora voy a acompañarte. Sin ti, no puedo vivir". Levantó la pistola hacia su propia sien, pero antes de que pudiera apretar el gatillo, una figura etérea y oscura apareció ante él. Era la Muerte. "Quiero hacer un trato contigo", dijo la Muerte con una voz que resonaba como el viento en una noche de invierno. "Te daré la oportunidad de regresar en el tiempo, antes de que tu hijo ingiriera el veneno. Puedes salvarlo, pero a cambio, serás mi Segador. Matarás a los criminales en mi nombre. ¿Aceptas?" David, con una mezcla de esperanza y resignación, aceptó sin dudar. En un parpadeo, se encontró de nuevo en su lujoso apartamento, varias horas antes de que Ethan tomara el veneno. Sin perder tiempo, corrió hacia la escuela de su hijo y, al encontrarlo llorando en un rincón, lo abrazó con fuerza. "Perdóname, Ethan. Nunca debí haberte dejado solo. Estoy aquí ahora y no te dejaré jamás", dijo entre sollozos. Ethan, sorprendido y desconcertado, sintió por primera vez el calor y la protección que siempre había anhelado de su padre. El tiempo pasó, y aunque David cumplía su promesa a la Muerte, segando las vidas de criminales sin piedad, nunca dejó de estar al lado de su hijo. La presencia oscura y constante de su nuevo rol le recordaba cada día el costo de su redención. Pero ahora, con Ethan a salvo y a su lado, David encontró una morada en la esperanza y en un amor paternal que había encontrado a través del sufrimiento y el aprendizaje.