**Reflejos Cambiantes**

Había una vez un chico llamado Luis, un joven de 17 años apasionado por la tecnología, los videojuegos y los libros. Luis era considerado un nerd por muchos de sus compañeros y, lamentablemente, también por su propio hermano, Alejandro. Alejandro, con 20 años, era todo lo contrario: atractivo, musculoso, ególatra y narcisista. Su popularidad entre las chicas y su éxito en los deportes eran innegables, y no dudaba en recordárselo a Luis de manera constante y cruel. Luis no solo sufría bullying en la escuela, sino también en su propia casa. Alejandro se deleitaba en menospreciarlo, burlándose de su apariencia física e intelectual. Cada día, Luis recibía comentarios hirientes y, en ocasiones, incluso golpes de su hermano. La situación había deteriorado tanto la autoestima de Luis que a menudo se sentía desesperanzado y solo. Un día, mientras paseaba por el centro de la ciudad, Luis encontró una tienda de antigüedades que nunca había visto antes. La curiosidad lo llevó a entrar, y de inmediato su atención se fijó en un espejo de cuerpo entero con un marco labrado en intrincados detalles. Algo en el espejo lo atraía de una manera inexplicable. Sin pensarlo dos veces, decidió comprarlo y llevarlo a su habitación. Esa noche, después de un día especialmente duro lleno de burlas y golpes, Luis se encerró en su cuarto, buscando refugio en la realidad alternativa que le ofrecían sus libros y videojuegos. Sin embargo, la opresiva sensación de tristeza y desesperación lo llevó a ponerse de pie frente al espejo. Se miró con detenimiento, los ojos llenos de lágrimas. Deseaba, más que nada en el mundo, ser alguien diferente. Ser como Alejandro, fuerte, atractivo y deseado por todos. - "Desearía ser mi hermano," murmuró, y en ese instante, el reflejo en el espejo cambió. Para su sorpresa, ya no veía su propio reflejo, sino el de Alejandro, flexionando sus músculos y posando con unos boxers ajustados. Fascinado y confundido, Luis extendió una mano para tocar el espejo. En el momento en que sus dedos hicieron contacto con la superficie, una sensación de vértigo lo envolvió y todo se volvió oscuro. Cuando recuperó la conciencia, Luis notó que algo era diferente. Al mirarse en el espejo, vio que ya no era él mismo. Había cambiado de cuerpo con Alejandro. Atónito y emocionado, comenzó a explorar su nuevo ser. La fuerza, la belleza y la autoestima que tanto había ansiado al fin estaban a su alcance. Mientras tanto, en la habitación contigua, Alejandro despertaba en el cuerpo de Luis lleno de confusión y pánico. Incapaz de entender lo que había sucedido, encontró difícil acostumbrarse a la nueva realidad que tanto había despreciado. Luis, ahora en el cuerpo de Alejandro, decidió que no volvería a su antigua vida. Finalmente, tenía la oportunidad de ser feliz y vivir una vida libre de sufrimiento y humillación. El atractivo físico y la popularidad que ahora poseía le brindaron acceso a un mundo lleno de nuevas experiencias y relaciones, especialmente con chicas que antes ni siquiera lo miraban. Sin embargo, con el tiempo, Luis comenzó a darse cuenta de que la vida de Alejandro no era tan perfecta como había imaginado. Atrás de la fachada de musculatura y sonrisa encantadora, Alejandro también luchaba con inseguridades y problemas que siempre había ocultado con arrogancia. Además, asumir la personalidad arrogante y narcisista de Alejandro comenzó a causar conflictos y distanciamientos con las personas que realmente le importaban. Pero Luis no volvería atrás, ya había tomado su decisión. Decidió aprender a equilibrar la vida que ahora llevaba con la bondad y la empatía que siempre había tenido en su corazón. Con el tiempo, utilizó su nuevo ser como una herramienta para cambiar la percepción que las personas tenían tanto de él como de los demás, buscando ser más que solo una imagen atractiva. Luis descubrió que, al final, lo que realmente importa no es solo cómo te ve el mundo, sino cómo decides ver y tratar al mundo. Y así, en su nuevo cuerpo y vida, encontró una manera de ser feliz, no por lo que era por fuera, sino por lo que siempre había sido por dentro.