**Reflejo Transformador**

Era un día como cualquier otro para Tomás, un joven de 17 años que vivía una vida difícilmente rodeada de burlas y humillaciones. No se consideraba atractivo: era gordo, débil y su aspecto no se aproximaba a los estándares de belleza establecidos por la sociedad. Para colmo de males, todos los días se enfrentaba al acoso proveniente de su propio hermano mayor, Alejandro. Alejandro, con 20 años, era todo lo que Tomás no: musculoso, atractivo y muy popular. Pero a pesar de su apariencia perfecta, Alejandro era egoísta, ególatra y disfrutaba viendo sufrir a su hermano menor. Un día, Tomás decidió comprar un espejo de cuerpo entero porque quería comenzar a aceptarse tal y como era, aunque fuera una tarea ardua. Lo puso en su habitación, justo al lado de su cama. Esa tarde llegó a casa tras un día especialmente duro; había sido brutalmente golpeado por unos compañeros en el colegio y Alejandro había contribuido a sus desgracias con sus acostumbradas humillaciones. Agotado y desesperado, se dejó caer frente al espejo. Miró su reflejo y susurró las palabras que cambiarían su vida para siempre: "Desearía ser mi hermano". Apenas había pronunciado esas palabras cuando el espejo empezó a brillar intensamente. El reflejo de Tomás desapareció y en su lugar apareció Alejandro, esbelto y musculoso, flexionándose y luciendo unos bóxers muy ajustados. Impulsado por una mezcla de ira y envidia, Tomás tocó el espejo. Justo en ese momento, sintió una especie de corriente eléctrica recorrer su cuerpo y, de repente, se encontró viendo su propio reflejo transformado. Ya no era Tomás el débil, sino Alejandro el Adonis. Tomás, ahora en el cuerpo de Alejandro, sonrió con malicia. Tenía en sus manos una oportunidad única. Decidió quedarse en el cuerpo de su hermano para siempre. Adoptó sus hábitos de entrenamiento, su forma de caminar y hasta su sonrisa de superioridad. Pronto, disfrutó de la atención de innumerables chicas, la popularidad y el respeto que nunca había tenido. Mientras tanto, Alejandro, atrapado en el cuerpo de Tomás, experimentaba la otra cara de la moneda. Sin la fuerza ni el atractivo que siempre le habían dado ventaja, comenzó a comprender lo difícil que había sido la vida para su hermano. Pero nadie escuchaba sus súplicas; quien iba a creer que él, el perfecto Alejandro, era en realidad Tomás. Con el tiempo, "Alejandro" (que en realidad era Tomás) se volvió más empático y utilizó su nueva posición para defender a aquellos que, como su antiguo yo, sufrían injusticias. A pesar de tener todo lo que siempre había deseado, aprendió que la verdadera belleza reside en la empatía y en la capacidad de entender y apoyar a los demás. Aunque Tomás nunca deshizo el cambio, su alma había crecido en maneras que su apariencia física jamás lograría entender.