**Redención Oscura**-2

Era una noche cálida en Los Ángeles y Christian de la Campa, el aclamado actor y modelo, disfrutaba de una fiesta en una de las mansiones más exclusivas de la ciudad. Aparentemente, tenía una vida de ensueño: un cuerpo esculpido, fama y mujeres que adoraban estar con él, aunque solo fueran usadas como objetos de placer. Sin embargo, en los rincones oscuros de su vida, guardaba un secreto: un hijo que para él representaba su mayor vergüenza. Su hijo, Mateo, era todo lo que Christian despreciaba. Un joven débil y nerd, con una amabilidad que rozaba lo ingenuo. Christian lo negaba sistemáticamente, lo golpeaba y humillaba, presentándolo a todos como un simple ahijado para mantener su reputación impecable. Para Christian, solo tres cosas importaban: su carrera, su cuerpo y las mujeres. Esa noche, el destino le tenía preparada una sorpresa a Christian. Conoció a una mujer de belleza hipnótica. No pasó mucho tiempo antes de que ambos acabaran en una situación íntima, donde, en un arrebato de sed, la mujer, una vampiresa, lo mordió y lo convirtió en uno de los suyos. La transformación inmediatamente cambió a Christian de formas inimaginables. Ahora veía a los humanos como comida y diversión, y noche tras noche salía a cazar. Mateo empezó a notar los cambios en su padre. Las muertes de cinco mujeres con marcas de mordidas en el cuello lo llevaron a atar cabos. Decidió seguir a su padre una noche, cuando lo vio acechando a una mujer. Justo cuando Christian se disponía a morderla, Mateo salió de las sombras, distrayendo a su padre y permitiendo a la mujer escapar. La furia de Christian al ser interrumpido se desvaneció cuando percibió el aroma de la sangre de Mateo y escuchó la palabra “papá” salir de sus labios. En ese momento, la parte vampira de Christian reconoció en Mateo un heredero. Recuperando brevemente su humanidad, Christian preguntó: "¿Por qué no huyes de mí después de todo el daño que te he hecho?" Mateo, sin miedo, se cortó la mano y ofreció su sangre. "A pesar de todo, eres mi padre. Tú no eres un monstruo. Saldremos adelante. Nos tenemos el uno al otro." Desde ese momento, la relación entre Christian y Mateo cambió radicalmente. Christian empezó a valorar el tiempo con su hijo, fortaleciéndose mutuamente. Sin embargo, la paz duró poco. La mujer que había sobrevivido al ataque de Christian lo denunció, iniciando una caza frenética para capturar al vampiro y proteger a su hijo. Christian decidió huir con Mateo. Aunque estaba tentado a luchar y matar a los cazadores, honró el deseo de Mateo de evitar muertes innecesarias. Se refugiaron en una propiedad remota de Christian, lejos del alcance del mundo exterior. Con el tiempo, los peligros de su nueva existencia y el miedo a la soledad llevaron a Christian a tomar una decisión drástica. Mordió a su preciado hijo, transformándolo también en vampiro. Juntos, ahora eternos y más unidos que nunca, aprendieron a navegar el oscuro mundo que les esperaba, forjando un vínculo indestructible basado en el amor, el dolor y la redención. Una alianza que, aunque nacida del sufrimiento, les concedió una segunda oportunidad para encontrar en el otro la familia que siempre habían deseado.