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Question: Escribe una historia sobre un vampiro atractivo, musculoso, ególatra y narcisista que en años mortales aparentaba tener 25 años que por vengarse de una mujer que amaba debido a que ella se había casado con un hombre mortal , el vampiro para vengarse de ella, fue capaz de robarle en la noche mientras dormían él bebe de unos días de nacido, el vampiro pensaba matar al bebe, pero al verlo no fue capaz de hacerlo, y cambio de idea, decidió quedarse con él bebe y que el fuera su hijo, para el vampiro seria la venganza perfecta para la pareja, no verían crecer al bebe, y eso sucedió, él bebe creció y fue educado por el vampiro, el vampiro se mostraba amable y amoroso solo con él, mientras crecía el pequeño, se volvió sobreprotector y posesivo con él, porque temía quedarse solo, mientras eso sucedía la pareja buscaba a su hijo por cielo y tierra, cada vez que la pareja estaban cerca de encontrarlo el vampiro huía con el pequeño, al pasar muchos años el joven ya convertido en un nerd de 17 años, se encontró con sus verdaderos padres que eran sus maestros. El vampiro al ver que su secreto seria revelado asesino a la pareja, el no perdería a su hijo. Su hijo se enteraría y eso provocaría que el chico decidiera alejarse de su padre, su padre al ver que perdería a su único hijo haría cualquier cosa para recuperarlo y que nunca lo abandonara.
En la penumbra de una suntuosa mansión antigua, vivía un vampiro de apariencia hipnotizante. Alto, musculoso y con una belleza etérea, su rostro de 25 años ocultaba siglos de existencia. Ególatra y narcisista, Anselmo no podía soportar la idea de perder. Especialmente, no a ella. A Isabela. Isabela había sido todo para Anselmo. Pero ella había elegido a otro, un simple mortal, un hombre inefable llamado Alejandro. La ira de Anselmo ardía, y planeó su venganza con meticulosa precisión. En una noche de luna llena, mientras Isabela y Alejandro dormían plácidamente en su modesta pero acogedora casa, Anselmo se deslizó en su hogar y robó lo más preciado: su bebé recién nacido. Lars. Anselmo se alzó sobre la cuna con la intención de terminar con el niño, pero algo en esos pequeños ojos inocentes le detuvo. No, no le mataría. Haría algo peor. Criaría al bebé como suyo, y así la pareja sufriría aún más, jamás verían crecer a su hijo. El tiempo pasó y Lars creció en el lujoso y solitario refugio de Anselmo. El vampiro, quien era conocido por su crueldad y desdén, se volvió extrañamente amoroso y protector con el niño. A su manera, Anselmo lo amaba profundamente. Le educó y le enseñó sobre el mundo, aunque siempre bajo un estricto control. No toleraba que Lars se alejara demasiado o que interactuara con otros, por miedo a quedarse solo. Mientras tanto, Isabela y Alejandro nunca dejaron de buscar a su hijo, viajando por todas partes, investigando cada pista. Anselmo, siempre un paso adelante, se aseguraba de huir con Lars cada vez que se acercaban más de la cuenta. Diecisiete años después, Lars era un joven inteligente y nerd, con una pasión por la ciencia y el conocimiento que Anselmo siempre había alentado. Fue durante un semestre en su academia, que recibió un par de nuevos profesores: el profesor Alejandro y la profesora Isabela. Ninguno de los tres sabía del destino que les uniría una vez más. Alexandro y Isabela reconocieron algo en Lars, sintieron una conexión inmediata y desgarradora. Comenzaron a investigar la vida del joven, y poquito a poco, las piezas del rompecabezas encajaron. Finalmente, el enfrentamiento inevitable llegó, y la verdad salió a la luz. La revelación sacudió a Lars y a sus verdaderos padres, quienes se acercaron a su hijo bajo la sombra de la desesperación y la esperanza. Anselmo, sin embargo, se negó a perder su posesión más preciada. Bajo una fría noche llena de viento y hojas danzantes, asesinó brutalmente a Alejandro e Isabela. Sus cuerpos yacieron juntos bajo la luna menguante. Cuando Lars descubrió la verdad, sintió repulsión y tristeza. El hombre que había creído su padre, su protector, era un asesino. Decidió alejarse de Anselmo, buscando un refugio donde pudiese sanar sus heridas y entender su verdadera identidad. Anselmo, viendo que perdía a su único hijo, hizo todo lo posible por recuperarlo. Cada mirada, cada gesto era una súplica. "No me dejes, Lars", rogaba. Pero la traición y el dolor pesaban más. Lars se retiró, buscando una nueva vida, mientras Anselmo quedaba atrapado en su soledad inmortal, una venganza finalmente pagada con el precio más alto: la pérdida del único ser al que, paradójicamente, había llegado a amar de verdad.
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