**Redención en la Oscuridad**-1

Una tarde nublada en Los Ángeles, Christian de la Campa, el afamado actor y modelo conocido por su impresionante físico y su devoción a su apariencia, estaba en la sala de su lujoso apartamento, como siempre pendiente de su reflejo en el espejo. Para él, su carrera, su cuerpo y las mujeres eran lo único que le importaba. Su hijo, Alejandro, no encajaba en esa ecuación. Alejandro era un joven nerd, débil y con un corazón noble, características que Christian despreciaba y encontraban vergonzosas. Aunque era su hijo, Christian siempre lo negaba y lo presentaba como un simple ahijado. Lo golpeaba y humillaba cada vez que tenía oportunidad, descargando en él su frustración y arrogancia. Una noche, atrapado en su hedonismo, Christian tuvo un encuentro íntimo con una misteriosa mujer que resultó ser una vampiresa. Atraída por su sangre y belleza, lo mordió y lo convirtió en vampiro. La transformación fue rápida y abrumadora. De repente, los humanos se convirtieron en meros bocados, su sangre llamativa y tentadora. Christian comenzó a cazar mujeres por las noches, dejando tras de sí una serie de cadáveres con marcas de mordeduras en el cuello. Alejandro, un observador sagaz, pronto notó los cambios en su padre y las extrañas muertes que comenzaban a aparecer en las noticias. Decidió seguir a su padre en secreto una noche y lo vio a punto de atacar a una mujer inocente. Sin pensarlo, Alejandro salió de su escondite y distrajo a su padre, gritando a la mujer que huyera. El aroma de la sangre de Alejandro y la palabra "papá" pronunciada desde sus labios hicieron que algo en el interior de Christian despertara. El lado vampírico de Christian reconoció a Alejandro como un heredero. En un acto que requería una extraordinaria fuerza de voluntad, Christian recuperó el control de su ser. —¿Por qué no huyes de mí? Después de todo lo que te he hecho —preguntó Christian, notoriamente afectado por la transformación y el conflicto interno. —Porque, a pesar de todo, eres mi padre. Tú no eres un monstruo. Saldremos adelante, nos tenemos el uno al otro —respondió Alejandro, cortándose la mano y ofreciéndole su sangre a Christian. Este simple pero valiente gesto cambió la dinámica entre ellos. Christian, quien nunca había pensado que necesitaría a nadie más que a sí mismo, encontró un nuevo propósito. Los días siguieron y, aunque sus instintos vampíricos aún acarreaban un oscuro deseo de sangre, empezó a pasar más tiempo con Alejandro, abrazando la oportunidad de reparación y redención. Una tarde, la mujer sobreviviente del ataque de Christian lo denunció. Enterado de que lo querían cazar, encarcelarlo y arrebatarle a su hijo, Christian decidió huir. Aunque su primer impulso fue matar a los mortales que venían en su búsqueda, Alejandro lo convenció de que evitaran más muertes inocentes. Juntos, escaparon y se refugiaron en una de las propiedades de Christian. Pasaron años en relativo aislamiento, el vínculo entre padre e hijo fortaleciéndose a medida que compartían conocimientos y experiencias. Sin embargo, la soledad y la creciente conexión le hicieron tomar una difícil decisión. Christian, no queriendo enfrentar la eternidad solo, mordió a su preciado hijo, asegurándose de que pudieran estar juntos para siempre. Y así, de la oscuridad de una maldición nació una nueva vida compartida, un vínculo inquebrantable que les permitió enfrentar el futuro, no como monstruos, sino como una familia unida por una segunda oportunidad.