**Poseído por el Enemigo**

Esa misma noche, mientras Mia dormía apaciblemente junto a David en la cama matrimonial, una sombra oscura se deslizaba por la habitación. Era el hechicero, inquieto y perturbado por lo que había provocado. Se había dado cuenta de que el alma de David, aunque fuerte y decidida, estaba comenzando a desestabilizar el equilibrio natural del universo. David, que ahora vivía como Alberto Lombardo, se despertó sobresaltado, sintiendo una presencia extraña. Frente a él, el hechicero se materializó con una mirada penetrante. —David, tu deseo ha tenido un costo devastador —dijo el hechicero con voz grave—. Has alterado el orden natural y el universo está comenzando a corregir el error. A menos que vuelvas a tu forma original, el equilibrio se restaurará de la manera más dolorosa posible para todos los involucrados. David rió despectivamente, seguro de que nadie podría arrebatarle lo que ahora sentía que le pertenecía por derecho. —No me interesa, hechicero —contestó con frialdad—. Mia es mía y lo seguirá siendo. Nunca volveré a mi antigua vida. Sin más palabras, el hechicero desapareció, dejando una sensación de inquietud en el aire. Los meses pasaron y, aunque David continuó jugando su papel como Alberto Lombardo, su armonía con el mundo comenzó a fracturarse. Las pequeñas coincidencias se convertían en grandes tragedias, y la aparente perfección de su nueva vida con Mia se achicaba con cada día que pasaba. Una noche, mientras David contemplaba a Mia dormir, comenzó a sentir un dolor ardiente en su pecho. Era como si su alma misma estuviera siendo desgarrada. Se desplomó al suelo, respirando con dificultad. En el borde de la conciencia, vio la figura fantasmal de Alberto Lombardo emerger del fondo oscuro de su mente. —David, liberarme a mí no solo equilibrará el universo, sino que liberará tu alma de la tortura eterna —dijo Alberto con una calma que contrastaba con su apariencia etérea. David se negó a aceptar la realidad y, con gran esfuerzo, se levantó tambaleándose. Pero justo cuando extendía la mano para tocar a Mia una vez más, el hechicero reapareció con una energía luminosa que llenó la habitación. —Has forzado el destino, y ahora el destino te forzará a ti —dijo el hechicero. Con un gesto, el hechicero devolvió el alma de Alberto a su cuerpo original y arrastró la esencia de David hacia la oscuridad eterna. Alberto, aturdido pero consciente, abrazó de inmediato a Mia, quien se despertó alarmada. —Alberto, ¿qué ha pasado? —preguntó con preocupación. —Mia, he vuelto. Lo que viste fue el fantasma de un hombre obsesionado —dijo solemnemente Alberto—. El verdadero villano ha sido derrotado. Mia, aunque confundida, podía sentir la sinceridad en los ojos de Alberto. Con el tiempo, comenzaron a reconstruir su vida, enfrentando juntos los desafíos con una fuerza renovada. El equilibrio restaurado, y Alberto y Mia podrían, al fin, vivir en paz y amor verdaderos. David, por su parte, pagaría eternamente el precio de su ambición desmedida, confinado en la oscuridad sin poder jamás reclamar lo que intentó robar a través del engaño y la traición.