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Question: Escribe una historia en la que el atractivo, musculoso y narcisista actor de porno gay y bisexual Roman Todd, años antes de haber empezado su carrera de actor porno tuviera hacerse cargo de su hijo cuya madre lo habia abandonado para buscar riqueza, Roman era dulce y amoroso con su hijo solo tenia ojos para el, entro a la industria pornografica por su hijo, pero el al ver y disfrutar los lujos, la fama y los placeres dados por la lujuria y el sexo, se olvido de su hijo, y lo desconocio como tal hasta el punto de decir que su propio hijo era huerfano que fue dejado en su mansion, Roman empezo hacerle bullying a su hijo debido a que el chico a los 16 años era nerd y segun Roman era feo e insignificante, el joven callaba en silencio una enfermedad terminal que le detectaron y que para que el se salvara necesitaba un trasplante de medula, un dia en una discusion con Roman debido a que el chico queria irse con su maleta de esa mansion para no sufrir mas y morir en paz y Roman le decia que el no podia irse de ahi porque debia pagarle con trabajo que el lo dejara vivir en esa mansion, esto se debia a que desde la edad de 14 años del joven Roman lo habia puesto como sirviente de la mansion, en medio de esa discusion el joven tuvo una crisis y empezo a sangrar y a perder el conocimiento.Roman al ver su estado siente remordimiento, lo lleva al hospital y cuando se entera de la enfermedad del chico, decide ser donante pero antes le pide perdon a su hijo, el joven lo perdona pero para el joven Roman es un desconocido que nunca fue su padre, ahora Roman debera hacer que su hijo lo perdone lo lograra.Cuando van a realizar la operacion el joven pierde las fuerzas y muere en ese momento Roman le grita hijo resiste no te mueras perdoname pero ya era tarde el joven habia muerto, Roman empieza a cargar con la culpa y los remordimientos de la muerte de su hijo, despues del velorio Roman en una depresion pierde la razon y cree que su hijo esta vivo y estan haciendo actividades de padre e hijo.
Durante años, Roman Todd había vivido una vida de lujos, fama y placeres prohibidos. Un actor porno gay y bisexual, increíblemente atractivo y exuberantemente musculoso, el narcisismo se había convertido en su segunda naturaleza. Pero el camino que le llevó allí fue mucho más complejo de lo que su sonrisa sensual revelaba. Antes de entrar en la industria pornográfica, Roman era padre soltero, puesto que la madre de su hijo lo había abandonado para buscar riquezas. En aquellos tiempos, Roman era dulce y cariñoso, su hijo era el centro de su mundo. Pero cuando se introdujo en la pornografía para mantener a su hijo, los lujos y la fama lo tentaron y poco a poco, dejó a un lado su responsabilidad como padre. Rompió la imagen paterna hasta el punto de que proclamaba su hijo como un huérfano dejado a vivir en su mansión. Despreciaba a su hijo, que para sus estándares, no poseía atractivo físico y era un simple nerd. El chico, sufriendo en silencio una enfermedad terminal que necesitaba un trasplante de médula para ser curada, sufrió en silencio los constantes ataques de su padre. Un día, en medio de una discusión, el chico intentó abandonar el hogar; no podía soportar más la crueldad de Roman. Pero Roman le prohibió irse. Tras años de haber sido sirviente en la mansión desde los 14 años, sentía que el joven todavía le debía. En medio de aquella discusión, el joven cayó en crisis, empezó a sangrar y a perder el conocimiento. Roman, al verse enfrentado a la realidad de la situación, sintió remordimiento. Se apresuró a llevar a su hijo al hospital, donde la cruda realidad de la enfermedad del chico le golpeó en la cara. Roman, convencido ahora de lo mal que había estado, decidió ser donante para su hijo. “Lo siento”, le susurró con lágrimas en los ojos. Pero para el joven, Roman no era más que un extraño, un hombre que jamás se comportó como un padre en su vida. A pesar de sus disculpas y de su intento de enmienda, se había agotado su tiempo. El jóven no pudo soportarlo más y perdió la consciencia momentos antes de la operación. Roman, fuera de sí, le gritó que resistiera, que le perdonara. Pero era demasiado tarde, su hijo ya se había ido. Tras el velorio y enfrentarse a la muerte de su hijo, Roman cayó en una depresión profunda. La culpa y el remordimiento se apoderaron de él hasta el punto de perder la razón. Se obsesionó con la idea de que su hijo aún estaba vivo, fingiendo escenarios imaginarios donde disfrutaban de actividades padre e hijo. Esto se convirtió en su realidad, un eco doloroso de lo que podría haber sido, una penitencia de un hombre arrepentido que no puede borrar los errores del pasado.
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