Nerdy Teen's Wish: A Protective Father

Había una vez un joven adolescente llamado Max. Max tenía 14 años, era un nerd flacucho y no muy agraciado, y además era huérfano. La situación de Max no era fácil, ya que era constantemente víctima de bullying por parte de Nick Walker, el entrenador de gimnasio de su preparatoria. Nick tenía 30 años, era un fisicoculturista atractivo y musculoso, que aprovechaba su posición para intimidar a los chicos más pequeños y a los nerds como Max. Una tarde, mientras caminaba melancólicamente por un mercado de cosas antiguas, Max encontró una vieja lámpara cubierta de polvo en un puesto. Intrigado, decidió comprarla. Al llegar a su habitación en el orfanato, comenzó a limpiarla. Para su sorpresa, un genio salió de la lámpara en una nube de humo azul. "Tienes un deseo, joven maestro," dijo el genio con voz atronadora. Max, abrumado por la emoción y la desesperación, dijo sin pensar: "Deseo que Nick Walker sea mi padre sobreprotector, amoroso y posesivo." El genio sonrió y chasqueó los dedos. "Tu deseo es mi orden." A la mañana siguiente, Max se despertó en una habitación que no reconocía. Era una suite lujosa, con muebles caros y decoraciones elegantes. Se levantó, confundido y asombrado, y salió al pasillo. Allí, encontró a Nick Walker, pero algo en él había cambiado. Nick lo miró con ternura y cariño, algo completamente desconocido para Max. "Buenos días, hijo," dijo Nick con una sonrisa, levantándolo en un fuerte abrazo. "¿Dormiste bien?" Max apenas podía creer lo que estaba pasando, pero pronto empezó a disfrutar esta nueva realidad. Al llegar a la preparatoria ese día, notó que todo el mundo lo trataba de manera diferente. Los chicos que solían intimidarlo ahora lo saludaban con respeto, y los populares y deportistas se acercaban a él, ofreciéndole protección y amistad. Estaban asustados de Nick, que ahora era un feroz protector de su nuevo hijo. Los días pasaron y Max se acostumbró a su nueva vida. Su rendimiento académico mejoró considerablemente, gracias al apoyo emocional y la seguridad que sentía. Las noches estaban llenas de historias contadas por Nick, y los fines de semana eran aventuras emocionantes, donde exploraban la ciudad juntos, siempre con Nick vigilando cada paso que daba Max, asegurándose de que nada ni nadie pudiese herirlo. Aunque de vez en cuando recordaba la dureza de sus días anteriores, Max se daba cuenta de que había obtenido algo invaluable: una familia, una figura paterna que lo cuidaba y lo amaba incondicionalmente. Entendió que a veces, los deseos cumplidos podían traer consigo un cambio no solo en la vida propia, sino en las vidas de quienes nos rodean también. Y así, Max descubrió que el verdadero poder de aquella lámpara mágica no se encontraba en cumplir caprichos, sino en darle una segunda oportunidad para ser feliz. Vivió el resto de sus años de adolescencia protegido y querido, sabiendo que, de alguna manera mágica, había encontrado el hogar que siempre había soñado tener.